El Jardín de infantes de Racing cumplió 50 años de vida

El jardín de infantes de Racing Club de Avellaneda festejó sus Bodas de Oro con una gran fiesta en el microestadio de la institución, en el que tomaron parte tanto la actual comunidad educativa como aquellos que, durante estos últimos cincuenta años, han pasado por sus aulas en calidad de alumnos, docentes o directivos.
En la foto Ernestina Campodónico (Representante Legal), Carla Garansini (Maestra), Gabriela Boggiano (Directora) y Abi Ayala (Profesora de Inglés).

La historia del nivel inicial del club puede definirse en dos etapas bien claras, que tiene un «recomenzar» en 1975 cuando obtuvo el reconocimiento oficial.
El jardín fue creado en 1961 durante la presidencia de Juan Sisco, quien le dio el primer impulso a un proyecto educativo que hoy cuenta con tres niveles bien consolidados.

Apadrinada por el matrimonio de Avellaneda conformado por Silvio Hoz y su esposa Rosa, el jardín logró en 1975 el reconocimiento de la Dirección de Enseñanza No Oficial (DENO), lo que le permitió recibir una subvención estatal que lo ayudaría a sostenerse y consolidarse.

En la actualidad, el jardín cuenta con alrededor de 170 alumnos, los cuales asisten en jornadas simples, matutinas o vespertinas. Además de las actividades habituales que hacen a un jardín de infantes,  los chicos tienen dos veces por semana un módulo extra de inglés, para que vayan adquiriendo los primeros conocimientos antes de ingresar al nivel primario.

Consultada sobre los objetivos del Jardín, su directora, la Lic. Gabriela Boggiano, remarcó que apuntan a generar igualdad de oportunidades.

«Acá vienen chicos de  todos lados, algunos muy estimulados y otros no tanto, entonces la propuesta tiene que ver con darle mucha importancia al arte, al deporte y a todo tipo de aprendizaje que les sirva como herramienta para el futuro», sostuvo.

Boggiano fue maestra del Jardín en los años ’80, psicopedagoga en los ’90 y directora desde hace cinco años. En sus instalaciones, vivió los mejores momentos de la institución, pero también los peores.

Así como la historia del jardín tiene un «corte» en 1975 con su oficialización, la vida institucional tuvo también dos etapas bien definidas. Una con los socios como dueños del club y otra donde el gerenciamiento tomaba las decisiones.

Para Gabriela Boggiano, los del inicio del gerenciamiento fueron los momentos más complicados como Jardín. «Nos arreglábamos solos, fueron años muy difíciles, mejor ni acordarnos», remarcó la Directora.

Como contrapartida, Boggiano fue muy clara al elegir el mejor momento del nivel que dirige: «Con los ojos cerrados, puedo decir que los mejores momentos del Jardín son estos, porque para la ‘institución Racing’ la escuela ha tomado otro lugar».

«Esta comisión directiva le dio un espacio diferente a la escuela en general, que nos permitió articular, trabajar más cómodos. Además ha respondido mucho a nuestras necesidades», aseguró Boggiano al referirse a la gestión de Rodolfo Molina.

Si bien el jardín nunca tuvo problemas para cubrir la matrícula, el crecimiento de los niveles primario y secundario del colegio del club les permitió lograr un mejor desarrollo y tener más proyección.

«Uno trabaja mejor cuando hay una continuidad, porque los grupos se consolidan y los docentes de un nivel pueden articular contenidos con el otro», explicó Boggiano.

Además, los padres que inscriben a sus hijos en el Jardín de Racing saben que podrán continuar sus estudios en el lugar y que no tendrán que buscar un establecimiento primario donde anotarlos tras el egreso.

El jardín siempre funcionó en la sede social de avenida Mitre, primero en planta baja y, a partir de los ’90, en el primer piso. Más allá de la tranquilidad con la que trabajan en ese lugar, sus autoridades sueñan con un lugar propio que les permita desarrollarse mejor en la comunidad.

«El sueño del jardín es la casa propia y estamos en vías de concretarlo -informó Boggiano- porque se está construyendo en la calle Ameghino un lugar para cada uno de los niveles».

«Se está trabajando en la ampliación del lugar para la escuela primaria y, después se está construyendo un espacio para el jardín», adelantó.

Con respecto a los cambios que fue viviendo desde su ingreso como maestra, Boggiano destacó que el jardín fue creciendo mucho, no sólo en cantidad de niños, sino también en calidad educativa porque el plantel docente es muy fuerte y se capacita en forma constante.

«En ese sentido hemos tenido mucho respaldo, sobre todo en los últimos años, de nuestra supervisión que viene de la DIPREGEP, que plantea capacitaciones permanentemente», aseguró la directora.

«El equipo docente participa en todo y nuestros objetivos son siempre plantear dudas que inviten a seguir pensando, a buscarles otra vuelta a las cosas, a tener una nueva mirada sobre lo que ya veníamos trabajando, con lo cual siempre estamos construyendo», agregó.

En su rol de psicopedagoga, docente y ahora directora, Boggiano vio como alumnos y padres fueron interactuando en forma distinta de acuerdo a la época.

«Las cosas han cambiado mucho, pero los padres siempre acompañaron, desde le lugar que la institución pudo darles en cada momento», afirmó.

«En los ’80, los padres confiaban mucho en la institución por lo que casi no conocían los procesos de enseñanza -comentó Boggiano- era un acompañamiento desde la familia que casi no buscaba saber de qué se trataba lo que nosotros enseñábamos».

En tanto, aseguró que durante los años ’90, los padres tenían un espíritu más crítico, desde los cuestionamientos, mientras que ahora están involucrados con lo que pasa en el jardín.

«En estos momentos, los padres están invitados a ver cómo y qué cosas aprenden sus hijos; y a ver de qué manera la maestra se las arregla para enseñarles lo que tienen que saber para participar con igualdad de oportunidades y estar acorde a los tiempos que corren», sostuvo Boggiano.

«Los padres están muy a sabiendas de cuáles son los caminos, se les explica mucho sobre decisiones institucionales y pedagógicas que solemos tomar -añadió-  para que entiendan el por qué lo hacemos».

En ese sentido, la directora del jardín hizo hincapié en la necesidad de mantener informados a los padres de los cambios educativos porque «cuando un papá entiende por qué se hace cuál o tal cosa, acompaña de otra manera».

Pasaron los años y no solo los padres experimentaron cambios. «Los chicos han sido eternamente curiosos y eso no cambia, pero la diferencia entre los chicos de hoy y los de hace veinte años es que son más inquietos, incluso desde el movimiento, requieren actividades cortas y concentraciones menos prolongadas», explicó Boggiano.

«También tienen  muchas más inquietudes, están muy estimulados y cuestionan mucho más -añadió- pero los docentes ahora están más preparados para eso».

Con respecto a su experiencia como psicopedagoga, Boggiano aseguró que en estos tiempos «se ven otras problemáticas emocionales más importantes que en otras épocas, especialmente en lo que tiene que ver con la constitución familiar y los ritmos de vida»

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