Teatro Roma en los Barrios

Compañía de Teatro D1, presentó Un único mundo en Veladas de Estudio. Un solo actor, nueve personajes. En la foto Marcos Magneschi, miembro de la Comisión de la institución de Piñeyro y el actor Marcos Vignola.

Cincuenta y seis millones de personas es el saldo de muertos que trajo la conquista de América. Nunca mejor el término. No hubo descubrimiento, hubo conquista. Con la espada y la cruz España sometió a todo un continente. Ellos esperaban a Quetzalcoatl, llegó Pizarro. Ellos esperaban a un Dios. Llegó un asesino. El saqueo y las enfermedades dejaron un estigma que aún hoy se percibe en los pueblos originarios. La mentira del hombre blanco sigue siendo la misma. Los Imperios son los mismos. La paz que promueven es la desgracia de los pueblos originarios. Los aztecas sucumbieron y el imperio les robó todo y los mató sin demasiadas reflexiones.

 

Desde el norte y hasta el sur apenas quedan sobrevivientes que siguen subyugados. Los estados modernos avasallaron los derechos milenarios y avalaron con pactos que rompieron una y otra vez, sistemáticamente. A medida que los espacios productivos se fueron ampliando fueron corriendo los límites de esos pactos. Y lo que es peor, a medida que la tecnología avanza otro negocio siniestro avanza silencioso y comprando voluntades con sus gobiernos incluidos, la minería.

Vastos territorios llenos de minerales al alcance de las perforadoras.  Las nuevas tecnologías necesitan imperiosamente obtener minerales preciosos. El único obstáculo quizá son los pueblos que viven en esas zonas. No hay tiempo de pactar hay que sacarlos lo antes posible. No son luchadores que protegen sus terruños, son extremistas que quieren independizarse del País donde viven. Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.

Carlos Vignola, con su espectáculo, Un único mundo, nos cuenta una historia de la conquista. Una única historia, son mil historias. El Conquistador con la espada en una mano y la palabra divina en la otra, está convencido que su verdad es la única, sus compañeros, mas pragmáticos, saben que solo están allí para hacerse de oro y matar a los nativos. El Capitán trata de hablar, para convencer al jefe Azteca para que acepten las condiciones de sometimiento, él, muy sabio le propone que aprenda su idioma, o por lo menos que sepa decir si y no en Nahuatl. Acepta y aprende de su traductor esas palabras. Mientras tanto conoce a la hija del Cacique y se enamora. Cuando se reúne otra vez con el jefe de la tribu sin traductor, este le habla en su idioma y le pregunta cosas que no entiende el Capitán porque lo único que sabe es responder con si y con no en el idioma de la tribu. El Cacique entonces le dice, de qué modo puede saber el conquistador lo que sucede en ese lugar si no sabe como responder a simples preguntas. Mientras tanto el Adelantado le exige que subyugue a los nativos lo antes posible y que lo haga por la fuerza. El capitán vacila pero sigue en su postura de dialogar con la gente del lugar para que se sometan sin violencia. Mientras tanto le pide al Cacique la mano de su hija, este accede y se promueve la boda. Cuando llega el momento del casamiento, sus hombres irrumpen y comienza la matanza. El Capitán traicionado por sus hombres trata de huir hacia el monte con aquellos a los que tenía que avasallar, mientras reflexiona; Si mi Dios quiere que mate e imponga su palabra por la fuerza, no es mi Dios.

Cinco minutos de aplausos sostenidos, con algunas lágrimas coronaron la actuación. Carlos Vignola representó a todos estos personajes y otros y fue también el que supo comentar los hechos como relator de una historia de las miles que se multiplicaron y multiplican cuando la codicia impera. Uno de los mejores monólogos que hemos visto aquí en nuestra Biblioteca Popular Veladas de Estudio Después del Trabajo.

Una clase magistral de teatro puro, las visiones de los personajes ante hechos determinados y las pasiones humanas en su estado mas puro. Pero seríamos imprudentes si no mencionáramos la dirección impecable de Gabriela Fiore y el trabajo de iluminación de los técnicos del Teatro Roma.

El teatro como espejo de la realidad invita al espectador a que saque sus propias conclusiones. Después de cinco siglos de avasallamiento de los pueblos originarios, hoy se visibiliza lo que sucede en el sur de nuestro País con los Mapuches.

La desaparición forzada de Santiago Maldonado muestra  la  cara más despreciable del Imperio. La venta de terrenos de propiedad de este pueblo a una multinacional,  muestra  que la campaña al desierto de Roca todavía no concluyó. Hoy la desaparición forzada de Santiago Maldonado, un blanco que se puso del lado de los originarios, muestra a las claras que al igual que el Capitán Santiago de Quevedo, (ambos con el mismo nombre de pila), no pudieron estar de acuerdo con un Dios tan cruel que promueva la muerte y la humillación.

 

Marcos Magneschi

marcosmagneschi@yahoo.com.ar

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