Respeto, atención y cariño, tres principios básicos con nuestros mayores

Escribe la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.

La imagen que sobre la vejez percibimos de la sociedad no puede decirse que no es penosa y menospreciada. Podría entenderse que esta imagen provenga de la decepción que surge al observar como se va perdiendo el lugar, el protagonismo, la fuerza física, intelectual, sexual, económica y laboral, situación no poco compleja y poco deseable.

La sociedad muchas veces excluye a los ancianos y muchas veces ellos también se auto excluyen, por ejemplo, es común escuchar decir a una persona mayor “que bien que está, que joven”, y esta aserción implica de alguna manera que lo bueno es ser joven, y que lo que se aprecia socialmente es la juventud, que ser viejo no es un valor, sino casi un defecto, también es común escuchar decir a una persona mayor “en mis tiempos”, y también esta aserción implica que su lugar es de exclusión, que no hay un lugar actual de relevancia.

Quizá la situación ideal sería primero darnos cuenta que es una situación que nos va a llegar a todos y segundo desde esa conciencia poder trasmitir a la sociedad en su conjunto las necesidades de los viejos, qué piensan, cómo se sienten.

Es una situación ideal desde el punto de vista de la dificultad de llevarla a cabo, ya que los intereses de mercado instalaron el mito de la juventud y sugirieron que esa fase de nuestra vida debe perdurar indefinidamente. Cada arruga es un corte que debemos ocultar en lugar de constatar que seguimos viviendo y desarrollando nuestro crecimiento personal.

Es común considerar a la vejez teniendo en cuenta solamente los aspectos deficitarios, tales como la vulnerabilidad, la propensión a las enfermedades, la progresiva marginación, el acercamiento de la muerte, sentirse agotado, pero si bien el envejecimiento es un hecho ineludible que contempla estas características, el período de la juventud también suele tener las mismas características aunque no por envejecimiento, sino por el ritmo vertiginoso de la vida cotidiana, con lo cual, estas características pasan a ser una opción y una decisión estrictamente personal.

Quizá el sentido común pueda dictar que es necesario una sociedad para todas las edades, teniendo en cuenta las necesidades o dificultades específicas de todos aquellos que no cuentan con toda la capacidad, autonomía o habilidad física, psíquica o sensorial que se suponen habituales. Un proyecto que se plasme en todos los ámbitos de la vida cotidiana, pública y privada, basado en la igualdad de derechos de todas las personas, consultando a los interesados porque ellos son los que pueden indicar sus necesidades, dificultades y limitaciones con las que se encuentran.

Respeto, atención y cariño son los tres principios básicos en la relación con nuestros mayores. Respeto a su momento psicofísico, a su ritmo propio, a sus valores y concepciones, a sus comportamientos, a sus deseos y querencias, a su propia organización de la vida, que no necesariamente implica estar de acuerdo siempre, para esto existe el consenso ya que de otro modo inmiscuirnos e imponer nuestros criterios equivale al abuso de poder y a una falta de respeto a la libertad. La atención al anciano lleva implícita una escucha abierta, positiva y sin juicios de valor ni prejuicios, la dedicación de un cierto tiempo para escuchar cómo está, cómo vive, qué quiere, qué le gusta, cómo percibe sus recuerdos y experiencias, una escucha humana con aprecio, consideración, cercanía, acompañamiento y cariño sobre todo, que se trasmite a través del interés por lo que les ocurre y también mediante la caricia.

El diálogo y la solidaridad intergeneracional son resortes para promover la riqueza cultural de todas las personas. Independientemente de la edad cronológica el interés por la vida es la clave de la existencia y depende de las personas en particular y de las redes sociales en las que funciona su vida. Las relaciones entre todas las edades alcanzarían eficacia y eficiencia a través de la solidaridad e interés por lo que les ocurre, aportando lo mejor de nosotros mismos e intentando transformar las dificultades en oportunidades como medios de superarnos como personas.

* Licenciada en Psicología
Andrea Fabiana Varela Seivane
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241

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