Por amor al arte

Escribe: Claudio Penso, especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento.

Fue descripto como «el artista que más conmovedora y acertadamente puede medir el temperamento de la naturaleza». Estaba convencido que era necesario vivir desde adentro aquello que intentaba representar con un auténtico compromiso visceral. ¿Cómo podría comprender algo como un observador parcial, sin ser protagonista?

 

Joseph Turner fue un pintor romántico inglés, nacido en 1775. Extraordinario paisajista, obsesionado por la luz, su obra fue un presagio del impresionismo. Estuvo cautivado con Venecia pero no pintaba la monumental belleza de los edificios, sino que muchas de sus obras están impregnadas de escenas de bruma inundando los canales. Una ciudad que flotaba con sombras.
Tuvo pocos amigos, excepto su padre, que lo asistió durante treinta años. A medida que envejecía, Turner se volvió más excéntrico. Tenía 65 años cuando pintó Tormenta de Nieve, vapor en la boca del puerto. Quería vivir la intensidad de una tempestad y pidió ser amarrado al mástil de un barco durante varias horas mientras la furia del mar estremecía cada punto de su cuerpo. A diferencia de otros artistas, Turner dejó una generosa fortuna y pidió que fuera invertida en ayudar a lo que él llamaba artistas desmoronados.
¿Cuántas personas pueden vivir implicadas en una pasión hasta el extremo de ser parte de aquello que aman? Turner tenía una exquisita sensibilidad, podía ver y sobre todo sentir la esencia de la naturaleza en las escenas que pintaba.
No estaba loco cuando se adentró en una tormenta para percibir sensaciones únicas, simplemente trabajaba con amor, amor al arte.
claudio@claudiopenso.com

noticias relacionadas