La capacitación política: una herramienta para enfrentar los desafíos del presente

Escribe: Carlos Caramello director de la Escuela de Gobierno Jauretche Avellaneda.

Dice el artículo 38 de la Constitución Nacional: “Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático” y, agrega, “El Estado contribuye al sostenimiento económico de sus actividades y de la capacitación de sus dirigentes”.

Inicio con una cita a este artículo de la Constitución Reformada sólo para establecer la relevancia que tiene, en las democracias modernas, el hecho de contar con cuadros políticos capacitados para la acción de gobierno. Incluso para garantizar la institucionalidad, porque si algo tiene rango constitucional, de por si se constituye en una institución. En este caso, en una institución central de la Democracia.

Ahora bien. ¿Por qué capacitación y no formación o educación? Precisamente porque a diferencia del resto de los modos de transferir conocimientos, la capacitación refiere a mejorar, ampliar y hasta recortar dentro de un marco teórico, las propias capacidades de quien se capacita. Y esta tarea se realiza de manera muy particular: en un permanente ida y vuelta que, en definitiva, se parece mucho a la construcción de consensos, uno de los objetivos de la Política.

Porque hoy más que nunca se necesitan cuadros políticos capaces de habitar el Estado. Cuadros políticos que se enorgullezcan de su rol técnico en la administración pero que, a la vez, comprendan con toda claridad de qué se trata una política de Estado.

Desde esta perspectiva, entonces, la Capacitación Política debe ser básicamente herramental. Debe proveer al ciudadano interesado en la gestión estatal de los instrumentos y materiales necesarios para que, a la hora de ocupar un empleo público sea mínimamente eficaz en su tarea. Pero además, debe proveerlo del andamiaje teórico necesario como para que su pertenencia al Estado no sea el desempeño de una tarea más sino un compromiso, una desafío y también una oportunidad de sacar al término Política del diccionario de las malas palabras.

De esta manera, la capacitación vendrá a llenar muchos de los vacíos que se ha producido en la formación de cuadros políticos, en la construcción de ciudadanía, en la producción de profesionales universitarios que piensen en devolverle al Estado algo de lo mucho que han recibido -de manera gratuita la más de las veces- y finalmente, servirá para empezar a resolver una antinomia que no tiene el menor sentido: la del Estado versus la Sociedad Civil.

Finalmente, la capacitación política servirá, además, para generar un nuevo tipo de dirigentes, más preparados para servirse de todos los instrumentos que pueden ayudar hoy a la conducción de una sociedad fragmentada y con tendencias a la individuación.

Una sociedad policéntrica que responde a muchos y diferentes estímulos y que no referencia su vida al Estado. Como sostenía el politólogo chileno Norbert Lechner, una sociedad que “ya no está a disposición de la voluntad política y, no obstante, exige política”, porque a la hora de reclamar, vuelve sus ojos de inmediato hacia el gobierno de turno.

Capacitación Política, entonces, para resolver el desafío constante de la gobernabilidad democrática; para aprovechar las oportunidades y resolver los desafíos de la conducción; para mejorar la calidad de los liderazgos; para, en definitiva, aportar a la mejora de nuestra sociedad…

Porque, aunque a muchos no les guste, en una sociedad democrática, Todo es política.

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