Olas

Escribe Claudio Penso, especialistas en impulsar procesos de cambio y crecimiento.

No hay un hombre que pueda resistirse al hechizo de observar las olas en el agua. Algunas se formaron a pocos metros de la orilla, otras han viajado miles de kilómetros hasta disolverse en la arena.
¿Cómo se forman?
El artista creador es el viento que actúa con su fuerza sobre la vasta superficie líquida sin importarle si se trata de un río, lago o un océano. Allí es donde alcanza mayor envergadura por la inmensidad para tomar forma.
Además, actúan otros factores como la velocidad del viento, la distancia de agua abierta que el viento dispone para soplar, la anchura del área, el tiempo en el que el viento actúa y la profundidad del agua. Todo esto determina el tamaño de una ola y es proporcional al aumento de estos aspectos. El oleaje, no es un proceso homogéneo ni estacionario, no todas las olas tienen el mismo periodo, altura, longitud de onda o dirección en cada instante y lugar, sino que cada una tiene sus características propias, varían en el espacio y en el tiempo.

 
La manifestación más impactante es el tsunami, sin embargo estos no son producidos por la fuerza del viento sino por terremotos que ocurren en el fondo del mar.

 
Nuestras etapas son similares, en ocasiones nos parecemos a un lago, un río o el océano, la calma y las olas nos atraviesan con asombrosa precisión. El viento siempre está soplando y las crisis toman su forma teniendo en cuenta nuestros propios factores. Las olas son singulares y ninguna se parece, casi todas se disuelven, aún las más intensas, incluso esas gigantescas, tan temidas que crujen desde nuestra profundidad. Es el destino del agua, es maravillosa en calma pero también contiene misterio y por eso es magnética cuando se alza, porque está completamente viva.

 

claudio@claudiopenso.com

noticias relacionadas