Nochebuena y Navidad

Escribe Roberto Díaz

El sábado, festejaremos la Navidad. Fecha emblemática si las hay. Fecha en que las Almas tendrían que hacerse una limpieza importante y dejarlas en condiciones para continuar la Existencia, la mágica Existencia.

Vivimos épocas donde pareciera que la Vida no vale nada. Desde el mismo Poder, bajan mensajes atroces, de conflictos irredentos. Cualquier asunto, hasta el más mezquino, parece ser una batalla de vida o muerte. Se pelean por cuestiones muy chiquititas, dignas de mediocres. Se pelean porque no tienen ni una pizca de amor; sólo engreimiento y soberbia.

En ese territorio de egoísmos y mezquindades varias, de gente que tiene corruptos los bolsillos y, también, el alma, el mensaje de Jesús es contundente: Paz entre los hombres, Igualdad ante el Creador, Humildad y Templanza como formas elevadas de la espiritualidad.

Jesús estableció su humilde Doctrina desde la fidelidad a Abba, su Padre, por el cual dio la vida y dejó este mensaje aleccionador para millones de seres humanos.
¿Es tan difícil el mensaje de Jesús? ¿Es tan problemático entender que la Vida sin Amor, sin Solidaridad, sin Respeto y Consideración, no merece ser vivida?

Así es. Los aspectos éticos y morales de la humanidad, muchas veces se van por la alcantarilla. Hay procesos disociadores, hay decisiones despóticas, hay una lucha permanente entre los códigos del Bien y el Mal, esas dos Ecuaciones que, a veces, se funden en el Hombre para crear esas ambigüedades que confunden el camino.

Hoy, estamos en medio de mucha confusión. Se ha perdido la brújula en diversos aspectos. No se ha podido desterrar de la Tierra las formas más inhumanas de la Crueldad. Hay Hambre, hay conflictos, hay muertes absurdas, hay decisiones criminales, hay cinismo en las clases gobernantes y hay una Inequidad que aterra.

Los que pensamos algo, suponemos que, alguna vez, la Justicia se aposentará, definitivamente, entre nosotros y volveremos a creer en la Inocencia, en el Amor irrestricto, en la prédica constante del Bien.

Alguna vez.

Por esas consignas, un día como hoy nació un niño en un pesebre humilde de Belén y, años después, salió a recorrer la Tierra, a tomar contacto con otros hombres y mujeres, a conocer las penurias y desdichas de su pueblo, a consolarles el alma, a curarles el cuerpo, a darles su Palabra de Bienaventuranza.

Un día como hoy (y ojalá comprendamos cabalmente el mensaje) la Vida se convirtió en una Fiesta, en una Natividad, en un jolgorio del espíritu.

Un día como hoy, alguien levantaba en brazos a aquel niño y ya sentía la cálida envoltura, ya sentía que venía a protegernos.

No olvidemos que un día como hoy es para que nos resguardemos de las desventuras, para que olvidemos agravios y rencores, para que le demos la mano a quien está presente, a nuestro alrededor.

Ese es el mensaje. Esos son nuestros deseos. ¡FELIZ NAVIDAD!

robertodiaz@uol.com.ar

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