Nadie sabe el día ni la hora

Escribe Claudio Penso.

Fausto Coppi fue un amado ciclista italiano. Lo apodaron  «Campionissimo» por sus interminables triunfos. Se coronó cinco veces en el Giro de Italia, siendo el corredor más joven en logarlo, con 20 años. Dos veces ganó el Tour de Francia. Ostentó un increíble historial de 122 victorias.

 
En la carrera Milán-San Remo, la radio narraba: «Primer clasificado, Fausto Coppi, en espera del segundo transmitimos música de baile». Lo hicieron durante 14 minutos, hasta que llegó el siguiente corredor.

 
En el 1959 junto a otros ciclistas, participó de una cacería en el Alto Volta, donde contrajo malaria. Esto lo llevó a morir con tan solo 40 años el 2 de enero de 1960.

 
Los diarios transmitieron mal la noticia y publicaron que el ciclista había muerto en un accidente de auto.

 
La información conmocionó a millones. Albert Camus dijo: «No conozco nada más idiota que morir en un accidente de auto».
La vida tenía reservado un giro más dramático para el joven escritor, el segundo ganador del Nobel de literatura más joven, con 44 años y autor de La Peste, El Extranjero, La Caída.

 
Al día siguiente, el 4 de enero, iba como acompañante de su amigo y editor, Michel Gallimard, quien conducía a gran velocidad por la carretera de Borgoña. Imprevistamente, el auto reventó un neumático y se partió en 3 pedazos contra un árbol. Camus murió en forma instantánea.

 
La vida es un enigma. La muerte lo es más aún. A veces, pareciera castigar con orgullo la omnipotencia de los hombres.
Nadie sabe el día ni la hora de su muerte. Tampoco las circunstancias. Quizá por negación, inconsciencia o narcisismo, en ocasiones el hombre suelta palabras al viento que parecen desafiar al destino.

 
Como en una esgrima sutil con la muerte, el hombre recibe una estocada y ella le recuerda su fragilidad con un poco de ironía.

 

Claudio Penso
Especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento
claudio@claudiopenso.com

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