Los escritores

Escribe Roberto Díaz.

Hoy, 13 de junio, se celebra el “Día del Escritor”. Nos parece auspicioso que se reconozca esta actividad del intelecto y se le dé la importancia que, realmente, tiene la manifestación de las ideas.

Nuestro país ha sido forjado por los escritores. Aquellos hombres de Mayo eran, en su mayoría, intelectuales que utilizaban con la misma eficacia sus ideas con sus acciones y esos emprendimientos que nos llevaron a la libertad, fueron estructurados a través de las plumas de muchos de aquellos pensadores.

Belgrano, Moreno, Monteagudo, Paso, supieron plasmar con su escritura lo que sería, luego, el gran movimiento emancipador de estos territorios; más adelante, las plumas de Sarmiento, Alberdi, Echeverría, sirvieron para clarificar aspectos indeseables de la realidad y plumas como la de Mansilla, Cambaceres, Payró y otros, ilustraron, con color, a un país en ciernes que comenzaba a andar.

Por eso, decimos que los escritores fueron piezas fundantes e importantes en el andamiaje de nuestro país; y esas ideas siguieron un curso lógico de pensamiento y debatieron, como corresponde, un futuro y un destino.

La humanidad se asienta sobre la escritura; el conocimiento nos llega a través de la palabra y esa palabra siempre debió ser defendida de las acechanzas de los enemigos de la palabra.

La humanidad vivió largos momentos de oscuridad y zozobra en el transcurso de su existencia; hubo períodos de cerrazón, de barbarie. Cercenar las ideas a través de la censura, ha sido siempre la tentación de los bárbaros. Y en muchas oportunidades lo consiguieron. La quema de libros ha sido un acontecimiento que, no por deleznable, ha dejado de practicarse. Aún hoy, cuando estamos transitando el siglo XXI, nos hallamos con persecuciones a intelectuales, con cárcel para muchos de ellos, con bloqueos al libre pensamiento, con chicanas diversas para que las ideas no puedan expresarse como corresponde y con censuras de variados calibres y hasta con intentos de censura por parte de los obsecuentes de siempre.

Estas verrugas de la especie demuestran hasta qué punto se le teme a la palabra y cuán peligroso puede convertirse un escritor si esgrime su libre albedrío y expresa cosas inconvenientes para el poder de turno.

El escritor panameño Roberto José Cea solía decir que el escritor era “la mala conciencia de su época”. Suscribimos esta definición. A lo largo de la historia de los seres humanos, fueron muy pocos intelectuales oficialistas los que se salvaron del derrumbe, del desprecio y del olvido. ¿Quién recuerda los escritores que colaboraron con los nazis? ¿Quién recuerda, hoy en día, a aquellos escritores soviéticos que hacían literatura panfletaria y estaban encaramados en las entidades públicas, en las instituciones oficiales? Recordaremos, seguramente, a Ilya Ehrenburg quien solía dormir vestido, siempre a la espera que lo viniera a buscar la policía secreta de Stalin.

Saludamos a los escritores en su Día.

Roberto Díaz
pepecorner@hotmail.com

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