Los astronautas no pueden llorar

Escribe Claudio Penso.

Las cámaras apostadas en el espacio capturaron imágenes inéditas de la vida en la tierra. La resolución colosal le permitió divisar un colorido caleidoscopio, China coloreada de amarillo por las flores de las plantas de canola. Observó un baile delirante, parecía narcisista, eran las luces de neón de la región norte del mundo.

Se desplazaba en cámara lenta, una gigantesca manada de elefantes en busca de agua. El río Amazonas parecía una serpiente ondulante. Detectó bosques enteros y enormes espacios talados recientemente, todavía parecían sangrar. Estaba solo en su nave y era un testigo privilegiado. Pensó que a veces es necesario tomar distancia para ver con más claridad. Se quedó absorto, tratando de grabar esas escenas. Los ojos se le llenaron de líquido, el puente de la nariz también. Nunca había ocurrido en su exhaustivo entrenamiento, los astronautas no pueden llorar en el espacio a causa de la falta de atracción gravitatoria. Movió sus párpados con celeridad, hasta que poco a poco sus lágrimas se evaporaron.

 


Claudio Penso
Graduado en periodismo. Se especializó en impulsar procesos de cambio y crecimiento en empresas con potencial que vean el crecimiento como desafío. Desde 1987 lideró más de 500 proyectos con una tasa de resultados del 78,5% de resultados por por sobre las expectativas iniciales.
Autor del libro Historias con semillas.
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