«Llorente Automotores», 50 años de trabajo ininterrumpido

Nació de la mano de Cayetano Ursino y Victorino Manero, en 1961.

Desde hace cincuenta años, “Llorente Automotores” es el taller preferido por las grandes empresas y por muchos particulares para confiarle la reparación de sus rodados.

La experiencia, la voluntad de trabajo, la confiabilidad y el respeto de los plazos fijados para la reparación son algunos de los elementos que hicieron que el taller de Llorente 553, en Crucecita, lograra cumplir sus primeros cincuenta años de vida.

“Llorente Automotores” nació de la mano de Cayetano Ursino y Victorino Manero un 2 de julio de 1961, mientras ambos eran empleados del taller naval Dodero.

“Estábamos trabajando ahí, en el sector de automotores, hasta que un día pensamos en abrirnos camino y compramos este terreno que, con mucho sacrificio, fuimos construyendo”, le comentó a La Ciudad el propio Cayetano Ursino, al referirse a aquellos inicios a comienzos de los años ‘60.

En ese primer año, tanto Ursino como Manero salían de Dodero y se abocaban a su “proyecto”. Sin embargo, durante la presidencia de José María Guido, políticas aplicadas por el entonces Ministro de Economía, el ingeniero Julio Alzogaray, los obligó a dedicarse “full time” a “Llorente Automotores”.

“En 1962 había que desechar a mucha gente y ahí quedamos cesanteados. Fue el empujón para dedicarnos de lleno a esto, nos quedábamos hasta tarde”, aseguró Cayetano Ursino.

 Consultado sobre esos comienzos a pleno en el emprendimiento de la sociedad conformada con Manero, Ursino relató que empezaron con el servicio de reparación integral del automotor.

“Atendíamos a muchas empresas, como Masllorens, Obras Sanitarias, Entel, SEGBA, el ministerio de Desarrollo Social de Capital y Nestlé, que fue cliente hasta 1994, año en que dejó de tener autos propios”, afirmó.

Con los años, “Llorente Automotores” fue creciendo. A los trabajos habituales se les sumó el haberse convertido en service oficial de los amortiguadores Fric-Rot en Avellaneda.

“Tuvimos la oportunidad de comprar la casa de enfrente, donde había una fábrica de lavandina -agregó Ursino- crecimos con mucho sacrificio y con la colaboración de los obreros, que aportaron mucho”.

En ese sentido, cabe resaltar que varios de los empleados de la empresa son  tan históricos en el lugar como los propios socios. Entre ellos se encuentran Anibal Calzada, Antonio Ursino, Carla Ulloa, Hugo Bravo, Jorge Coronel y Carlos Sas.

La responsabilidad demostrada en cada uno de sus trabajos, llevaron a Ursino y a Manero a convertirse en el taller reconocido de Sevel, que incluía a las marcas Fiat y Peugeot.

Con el paso del tiempo, la empresa se fue adaptando tanto a las necesidades del mercado como a las diversas situaciones que la realidad Argentina le presentaba.
“Se perdió mucho en la época de (Carlos) Menem con las privatizaciones, perdimos un montón de dinero por trabajos que ya habíamos realizado, pero nosotros no hicimos juicio ni nada como hicieron otros y seguimos trabajando con Telefónica”, manifestó Ursino.

“Ahora le hacemos los servicios a Aysa y para atenderlos a ellos hizo falta mucha gente, por eso tuvimos que ampliar el personal -añadió- todos los días tenemos un promedio de veinticinco autos, que vienen por grandes cosas o por pequeñas para revisar”.

Fueron cincuenta años de trabajo ininterrumpidos y parejos, explicaron Ursino y Manero, aunque aparecieron algunos altibajos en épocas donde costaba cobrar o se desvalorizaba el dinero.

“Con una buena administración de la empresa seguimos adelante. Por suerte siempre tuvimos trabajo y eso hay que valorarlo mucho porque con trabajo se solucionan muchos problemas”, remarcó Ursino.

Consultados sobre los secretos para mantener la convivencia entre  socios durante medio siglo, aseguraron que “es como un matrimonio, donde hay momentos en que podés discutir, pero seguís adelante, hay que tolerarse cosas el uno con el otro”.

“Hemos visto muchos talleres que se iniciaron con nosotros en Avellaneda y duraron dos o tres años”, aseguró Ursino.

Por otra parte, otro de los secretos para mantenerse en el mercado durante cincuenta años y con la confianza de la clientela intacta es ser responsable en cuanto a las tareas realizadas.

“Si una reparación presenta algún problema, lo volvemos a solucionar y no le cobramos al cliente. Otros dicen que es otra cosa y le cobran. Nosotros le damos garantía”, comentaron.

 “Si nosotros seguimos existiendo es porque algo bueno habremos hecho”, resaltó.
Con respecto a los servicios, no solamente se hacen las reparaciones de costumbre, sino que además se trabaja en el mantenimiento de los vehículos y en la supervisión del funcionamiento.

“Un servicio programado se hace completo, se chequea todo. Por 10.000 kilómetros no tiene que tener problemas. Mucha gente viene antes de hacer la verificación o para tener seguridad ante un viaje largo”, explicó Cayetano Ursino.

“Todos los coches se conectan a una PC donde se busca el modelo para que el sistema compare los valores que tendría que tener con los que tiene”, comentó Manero.

Para ello, “Llorente Automotores” cuenta con una máquina específica para los modelos Peugeot, otra para Fiat y dos multimarcas, como así también una notebook para hacer las “pruebas de carretera”. “Se conecta y se evalúa al auto en funcionamiento, para ver si aparecen los defectos”, comentó Ursino.

En “Llorente Automotores” se trabaja desde hace cincuenta años en la reparación integral del automóvil, desde chapa y pintura hasta electricidad, pasando por los más mínimos detalles.

Hoy, medio siglo después, Cayetano y Victorino ven proyectados sus sueños en sus hijos, quienes le dan vida a una nueva generación de “Llorente Automotores”.

“Marcelo Manero y Rubén Ursino son los que están al frente ahora -sostuvo orgulloso, Cayetano- ya aprendieron, van llevando bien la empresa, nosotros ya estamos de más”.

“De a poquito nos vamos alejando, pero cuesta -agregó Victorino Manero- es toda una vida acá adentro”.

Un referente desde lo institucional
Cayetano Ursino no solo es un referente en materia comercial, sino que también desde lo institucional, ya que desde hace treinta años preside la Sociedad Calabresa “Roccella Jonica de Argentina”, cuya sede se encuentra en Av. Mitre 25.
Cayetano había llegado a la Argentina a los 15 años, el 11 de setiembre de 1947, cuando desembarcó junto a sus cuatro hermanos del “Tucumán” que lo trajo de su pueblo natal: “Roccella Jonica”.

En 1981, Ursino volvió al lugar que lo vio nacer, donde pudo participar de las celebraciones en honor a la “Virgen de la Gracia”.

A partir de allí, con su esposa Mabel, Cayetano se propuso rendir un homenaje a su “patrona” y mandó a construir una imagen de la virgen de la que es ferviente devoto y creó la institución para mantener sus tradiciones en su nueva patria.

“Llorente Automotores” nació un 2 de julio, casualmente el Día de la Virgen de la Gracia y, quizá, por su protección y su guía, logró que el emprendimiento se consolidara durante medio siglo y que trascendiera a una segunda generación.

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