Las rosas de Heliogábalo

Escribe: Claudio Penso, especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento.

Estuvo en el poder apenas 4 años, desde el 218 hasta el 222 d.C. Heliogábalo era un emperador romano y su verdadero nombre era Vario Avito Basiano. Avasalló las tradiciones religiosas de Roma al reemplazar a Júpiter por el Dios Sol Invicto. Se casó cinco veces y sus excesos no tenían medida. Nadie podía rechazar sus banquetes aunque estaban acompañados por desagradables sorpresas como trozos de marfil o cristal mezclados con los manjares. En uno de ellos, pergeñó la idea de derramar pétalos de rosas y violetas desde el techo, pero fue tal la cantidad que terminó asfixiando a sus invitados. La escena ha quedado inmortalizada por el pintor del siglo XIX Lawrence Alma-Tadema en un cuadro titulado Las rosas de Heliogábalo.
La magnanimidad de los emperadores es a veces similar a la de los padres o los líderes que sobreprotegen a sus hijos y colaboradores y los atiborran con sus excesos. Una de las peores consecuencias que generan a veces involuntariamente es el miedo al fracaso, desde luego también su contracara, el miedo al éxito. Estas dos caras de la misma moneda es la consecuencia de la protección excesiva, además de investir con una enorme inseguridad a quienes creen cuidar. Cualquiera que haya padecido esto conoce la sensación de asfixia que producen los pétalos de rosas y violetas sobre la mesa del banquete de sus propias vidas.

 

 

 

 

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