Lanata, desde Sarandí a la fama
Escribe Antonio J. González.
Es un periodista y escritor que no convoca a conciencias o confesiones tibias. Ha sido y es lacerante, controvertido y polémico, así como ingenioso y creativo. En estos últimos años anda todavía construyendo medios de comunicación, ideas periodísticas, miradas originales sobre la realidad y la historia, que enseguida abandona con un portazo o un exabrupto. En estos tiempos asombra por sus cambiantes ideas, sus pasos de una vereda a la otra, como la confirmación de la concepción contradictoria de algunos geniales creadores. Sorprende, recoge críticas, odios y amores, como corresponde a quien es capaz de ponerse plumas en el escenario del Maipo o recibir distinciones nativas y extramuros por sus labores de investigación.
Nacido en Mar del Plata, su familia se radicó en Sarandí cuando era un niño. Vivían a pocas cuadras de la Avenida Mitre, cerca de la calle Gral. Acha, y sus andanzas y anécdotas aún perduran en la memoria de sus vecinos. Estudió en el Colegio San Martín de nuestra ciudad donde egresó en 1978.
Hizo una corta estadía laboral por esa época en los talleres y la redacción de este diario. Me asombraba la facilidad con que los tipógrafos podían leer las líneas de plomo al revés, de derecha a izquierda comentaría mucho tiempo después. Con 14 años trabaja en Radio Nacional. Ese año, 1974, ganó el Segundo Premio Municipal de Ensayo con “El tema social en el cine argentino”. Y de allí al inicio de una carrera que aún no se ha detenido.
Colabora en diarios y revistas del país y del exterior, recibe premios por sus labores, inventa diarios como Página 12, discute, defiende sus ideas y concepciones políticas de marcada tendencia social, acompañado muchas veces de referentes de las ideas de transformación de la sociedad afines a la época de los 70 al 90.
Pero como nada es inmutable en este mundo, tampoco Jorge Ernesto Lanata permanece fiel a aquellas concepciones y estilos de vida, sino que ha sido capaz de asombrarnos con sus romances con los representantes de ideas opuestas en los medios de comunicación. Tal vez su fama, su originalidad como espíritu provocador y las numerosas distinciones que fueron luciendo en su solapa terminaron por cambiar su rumbo.
Ahora se destaca como columnista o principal figura consultada o reporteada, por los órganos periodísticos de la gráfica, la radiofonía y la televisión que sustentan posiciones impensadas en aquel Lanata de sus años más juveniles, como La Nación, Editorial Perfil, Clarín y similares.
Pero allí está, como una figura famosa, locuaz y despectiva con los que fueron sus amigos, compañeros de periodismo o intelectuales que no quieren despegarse, a pesar de todo, del joven Lanata- ahora con la provocación a flor de boca, fiel a si mismo. Único eje en el que tal vez mueva su universo.
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