La inclusión del conocimiento

Escribe Roberto Díaz

El mundo moderno fabrica paradojas a diario. Por un lado, el avance arrollador de la tecnología y el acceso, cada vez más acelerado, a las fuentes del desarrollo intelectual y, por otro, largos bolsones no sólo de pobreza sino de exclusión de todo tipo de conocimientos.

Y reconozcamos que el desconocimiento o los “fronterizos” de la ignorancia, no son tan sólo aquellos sectores indigentes donde golpean carencias de todo tipo y hasta el hambre. No. También están carentes de conocimientos grandes sectores de clase media, baja y alta.

Porque el uso de las computadoras y el Internet, no es óbice para creer que grandes legiones de usuarios se comporten correctamente a la hora de ir a solicitar los estudios pertinentes. Precisamente, creemos que el desconocimiento en la metodología, lleva a producir ignorantes aún sentados frente al computador.

Está comprobado que la mayoría de las computadoras son utilizadas para los juegos informáticos. Es decir, los chicos y adolescentes pasan largas horas frente a estos verdaderos adelantos de la técnica y el conocimiento, pero usándolos en una dirección totalmente errónea.

Los docentes, en su gran mayoría, tampoco saben cómo orientar a sus alumnos hacia el verdadero conocimiento que se desprende de muchos sitios de Internet, que funcionan como verdaderos “Oráculos de Delfos”.

Encender y apagar el computador, luego de diez, doce horas de funcionamiento, no implica que se salga de allí siendo ilustrado.

En los locales que funcionan a nivel público, está comprobado que la mayoría de los usuarios (generalmente, personas jóvenes) utilizan esos servicios para jugar.

Este excesivo ludismo conspira contra el auténtico conocimiento, que se puede acceder –a través de las computadoras- si el usuario se orienta como corresponde.

Por lo tanto, llegamos a la conclusión que son más de un factor los que conspiran contra la inclusión del conocimiento. Por un lado, la exclusión social, el no tener acceso a estas herramientas tecnológicas y, por otro, el uso equivocado de estos aparatos, no dispuestos a usarlos para el estudio y la capacitación personal.

Por eso, en muchas empresas, han decidido suspender el servicio de la Internet, porque era factor de distracción y utilización del tiempo en tareas lúdicas y no productivas.

Y sin embargo, el progreso que implica este descubrimiento formidable de la era moderna, no puede ser bastardeado de la manera en que es bastardeado en la actualidad.

Porque, entonces, el invento se convertirá en un verdadero “boomerang” que, en vez de darnos más conocimiento, fabricará verdaderos autómatas, ignorantes y despreocupado de todo lo bueno que estas máquinas encierran.

De allí a un replanteo exhaustivo de cómo se debe orientar a la gente para acceder a la verdadera ilustración, hay un paso. Queda, entonces, en los dirigentes que gobiernan bajar líneas que sirvan para ese cometido.

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