La esperanza resiste y florece

Escribe Claudio Penso, especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento.

La magnitud de la destrucción sólo puede imaginarse si se tiene en cuenta que tras la explosión de ese día, el 6 de agosto de 1945, la temperatura alcanzó un millón de grados centígrados. La bomba destruyó casi todo a su paso y murieron instantáneamente ciento veinte mil personas en Hiroshima.

 

Sin embargo, los japoneses conservan dos símbolos de esperanza mucho más poderosos que la explosión nuclear. Uno es un edificio que resistió la onda expansiva y que está intacto todavía tal como estaba ese día: El Memorial de la Paz. Esa construcción estaba a sólo 150 metros del lugar donde cayó la bomba.

 

El otro  es una pequeña planta que poco después de la devastación, asomó sus pequeños pétalos de color rosa y le transmitió esperanza a muchos sobrevivientes. La adelfa es la flor oficial de Hiroshima.Fue lo primero que volvió a florecer luego de la tragedia nuclear.

 

En todas las circunstancias en las que la vida parece devastarnos con su crueldad, hay dos recursos que suelen darnos soporte: Una parte de nosotros siempre resiste y la otra siempre florece. La resistencia y la capacidad de renacer son nuestros verdaderos bastiones. Somos vulnerables aunque nuestra fortaleza tiene proporciones insospechables. De ahí se alimenta la esperanza.
Claudio Penso
Especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento
claudio@claudiopenso.com

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