La búsqueda de verdades

Escribe Antonio J. González

Uno siempre busca alguna respuesta a los interrogantes que se nos plantean a cada vuelta de esquina. No siempre se la encuentra. Diríamos que hay más preguntas sin una explicación válida que a la inversa. Y esto nos lleva a consumir todo aquello que pueda acercarnos a una definición, a un encuentro o una certeza que nos satisfaga.

Los libros suelen ser las herramientas más idóneas, porque se trata de buscar precisiones por medio de las palabras, las ideas, las reflexiones filosóficas o científicas. Somos, en fin, seres que viven en medio de oscuridades, abismos desconocidos o encuentros y desencuentros que van y vienen sin descanso.

Esta búsqueda se manifiesta en la calle, a nuestro paso, en cualquier rincón de nuestra ciudad. Y para ello están los muros, las paredes o un espacio público donde se vuelcan algunas de aquellas inquietudes o interrogantes. Claro que, en general, es un mensaje o una expresión anónima, sin firma, que sólo plantea una idea, alguna búsqueda o simplemente un mensaje con o sin destinatario.

Ese es un terreno donde algunos jóvenes –de acuerdo a nuestra perspectiva- ven en cada pared desnuda una página en blanco para escribir allí esas expresiones. Desde la exclamación de amores, fidelidades o gritos de diverso carácter, hasta los mensajes persona a persona.

¿Qué nos pasa con la comunicación interhumana para encontrar válido un mensaje callejero? ¿Se trata de compartir con los anónimos transeúntes lo que nos pasa, lo que nos preocupa o lo que encontramos o no? Alegría, sentimientos, afirmaciones, gozo de escribir textos improvisados o repetidos, espontáneos o no, pero que tuvimos la necesidad de llevar a los ojos de alguna otra persona en particular o cualquier desconocido, pero hemos cumplido, aparentemente, con una necesidad vital.

Es curioso que se produzca esta expresión pública en la época de los mensajes instantáneos vía internet u onda telefónica que nos intercomunican con una precisión y rapidez que no existía unos pocos años atrás. ¿Es esto una de las tantas paradojas de la vida moderna?

Ya ven. Siguen las preguntas y faltan las respuestas.

Estas reflexiones, similares a otras que hemos realizado desde esta página, se originan hoy porque hemos encontrado algunas frases a nuestro paso. “¿Habrá vida antes de la muerte?”, podemos leer en una esquina de barrio. “Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo” afirma otra. Y otras por el estilo, con la contundencia y claridad de estos ejemplos.

La carga filosófica de ambas nos sacude, lo confesamos, aunque puedan ser repeticiones o copias de otras expresiones. ¿Qué se busca con ponerlas en letra de molde sobre las paredes? Tal vez –según nuestra conjeturas- se trate de escritores, poetas o simples pensadores sin otro recurso para manifestarse. O quizás sean pancartas, pensamientos o dudas que quieren una definición, una verdad… pero ya sabemos que las verdades son relativas.

Pero esto se aprende de a poco, con el paso del tiempo, escribiendo o no en las paredes de la ciudad.

ajgpaloma@gmail.com

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