Juez pide trabajo en la Plaza Alsina

Escribe Antonio J. González

En un importante medio gráfico de nuestra ciudad se publicó una nota, con la foto que ilustra esta crónica, en la que se cuenta lo curioso de un hecho: un juez dejado cesante pide trabajo sentado cómodamente en un banco de la Plaza Alsina. “Nos acercamos –dice el periodista- y el interrogatorio surgió de inmediato. Ese hombre, casi vencido de la vida malgrado su vigor, era una de las tantas víctimas de las cesantías injustas y despiadadas hoy, como antes y como siempre, desgraciadamente en auge.

-Señor, nos dijo, cansado de peregrinar por la capital federal, la que llaman ciudad-luz y que para mí no tuvo más que sombras, sin poder encontrar ocupación alguna por modesta que fuera a fin de dar de comer a mi esposa y a mis cuatro hijos, resolví trasladarme a esta ciudad de obreros por excelencia, donde acaso encuentre trabajo, nada más que trabajo.

-¿ Hace mucho tiempo que pasa por esta situación?

-Mucho. Era Juez de Paz en una población cordillerana y fui declarado cesante por el Coronel Piloto.

-¿No halló trabajo desde entonces?

-No. He ambulado con los míos de un lado al otro pero como tengo 54 años, en ninguna parte me toman, a pesar de ser un hombre sano y vigoroso. ¡Parece que los años, aunque me sobren fuerzas, me condenan a morir de hambre o a lo que es denigrante para un argentino sano y vigoroso, a vivir de limosna en nuestra propia patria!”

La situación nos parece familiar, casi cotidiana. El diario tituló: “Dolorosa peregrinación de un cesante o la tragedia de una injusta cesantía”, y la califica como “una nota pintoresca llena de sugestión”.

“Cualquiera, señor” contesta el ex juez a la pregunta sobre qué tipo de trabajo busca. “Me avengo a todo con tal de ganarme honradamente el pan. Por otra parte¬ soy poseedor de muy buena caligrafía como lo evidencia este¬ cartel que yo mismo he escrito., Mi ortografía es perfecta; escribo a máquina y tengo facilidad de redacción, pues he cursado segun¬do año de derecho, de modo que me siento capaz de desempeñar-me correctamente en cualquier oficina, pero la edad, señor, la edad atenta contra mí. Se nos cree viejos y se nos priva de to¬do medio de vida, cuando aún, co¬mo en mi caso, somos capaces de rendir, quizá tanto como otros de muchos años menos. Diga en su diario que sólo deseo trabajar en cualquier forma de trabajo honesto, seguro de que sabré desempeñarme”.

“¿Saben acaso, los que decretan cesantías por el placer de producirlas o por llenar compromisos políticos, todo el inmenso, irrepa¬rable daño que en innumerables oca¬siones producen?” reflexiona el entrevistado.

No sabemos qué sucedió luego, porque esto ocurrió en el año 1946 y la noticia ha sido comentada en el Diario La Opinión de entonces.

Cualquier semejanza con la realidad de nuestros tiempos, es pura coincidencia…..!!!

ajgpaloma@gmail.com

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