Investigación histórica: El Combate de la Vuelta de Obligado

El 20 de noviembre se celebran los 165 años de este combate. Las cadenas expuestas en el Monumento Evocativo no son las originales, en cambio sí lo son las balas que se exhiben en un museo cercano.
Investigación histórica de Federico B. Kirbus.

La cuestión histórica
En julio de 1845 un representante inglés y otro francés llegaron a Buenos Aires para persuadir a Juan Manuel de Rosas de liberar la navegación por el Paraná, solicitud a la que éste no hizo lugar. El 22 de septiembre se inició el bloqueo del puerto de Buenos Aires, y el 8 de noviembre la escuadra aliada comienza a remontar el Guazú a fin de forzar la rotura del bloqueo. El 20 de noviembre los europeos inician la acción de Obligado en medio de un nutrido cañoneo por parte de ambos bandos.

De modo tal que entre el momento en que Rosas pudo haber tomado la decisión de establecer un cerrojo y la fecha en que el enemigo se hizo presente no pasaron más de tres meses, cien días en todo caso.

Había que requisar navíos para sostener las cadenas, y por sobre todo forjar estas últimas. Para ello primero había que conseguir -¿dónde si no?- en Buenos Aires 75 toneladas de hierro dulce. Una cantidad formidable para la época, aún en una ciudad como esta. Lo mismo vale para el combustible necesario para las fraguas.

Luego, ¿dónde y cómo manufacturarlas? ¿Hacerlas en Buenos Aires, trasportarlas a destino en fragmentos y cerrarlas in situ? ¿O establecer una gran herrería cerca de las barrancas, llevar el hierro crudo hasta allí y manufacturar los eslabones, encadenándolos, de modo que prácticamente se pudieran colocar sobre los lanchones por sectores?

Las cadenas expuestas
Una reciente visita que efectué a la Vuelta de Obligado con espíritu analítico ha vuelto a actualizar el tema y a plantear varias preguntas.

Sin entrar en la cuestión de los diversos elementos en exhibición, como ser las piezas de artillera, de factura promediando el siglo XX, llama la atención en particular la cadena que allí se presenta. Sabiéndose que los cañones son un aporte reciente y simbólico para completar el monumento, de la cadena no se sabe -o hasta ahora se ignoraba- a ciencia cierta si es parte del encadenamiento original o si también debe considerarse una réplica confeccionada en nuestros tiempos.

En un paredón del monumento cuelga, junto a diversas placas evocativas, un trozo de cadena de unos nueve metros de largo compuesto por 86 eslabones (SEuO).

Se trata de un trabajo admirable. Cada eslabón está hecho de una barra de hierro forjado de casi tres centímetros (tal vez una pulgada). El huelgo interno es de unos once centímetros y el largo total de dieciséis; el ancho es de unos catorce centímetros.

Lo más llamativo es que cada eslabón posee un vástago a manera de travesaño (contrete), que a toda luz no está soldado: fue colocado en su posición antes de dársele al grillete su forma final. De tal modo el listón queda aprisionado, para lo cual incluso se previeron de ambos extremos unos topes a fin de hacer más eficaz el aprisionamiento del travesaño. Naturalmente, este trabajo se debió realizar con los eslabones vecinos ya en su lugar. Una notable labor de forjado.

La manufactura de cada una de estas piezas es tan notablemente regular como a la vez tan ligeramente irregular que permite afirmar que se trata de un trabajo artesanal antiguo. Es más: hoy no habría herrero capaz de hacer algo así, y en todo caso tampoco dinero suficiente como para financiar tal tarea.

Partiendo de que el ancho del Paraná en ese punto es de escasos mil metros, una cadena para cerrar el paso (incluyendo sus extremos para el anclaje en tierra firme) tendría que haber tenido unos 1050 metros.

Graduando el peso individual por eslabón en unos 2,5 kilogramos, cada cadena con sus alrededor de 9500 eslabones pesaría de punta a punta unos 24.000 kilos, o en buen romance 24 toneladas. Sumando las tres, ¡la friolera de 75 toneladas!
Porque, según las referencias históricas, se emplearon tres cadenas paralelas. Para soportarlas y mantenerlas en la línea de flotación de los barcos atacantes se usaron 24 pequeños navíos de entre 45 y 120 toneladas. Las barcazas se encontraban unos 40 metros la una de la otra, por lo que la masa a soportar por cada embarcación era de unas tres toneladas (mil kilos por cada porción de cadena), un valor que fácilmente podían sostener las embarcaciones.

Conclusiones
Concluimos que durante el bloqueo se usaron simples cadenas de esas para atar vacas, livianas. Las que ahora se exhiben y confunden se colocaron después y son recientes (tan recientes que en el monumento primitivo no había ni una cadena).

Las cadenas primitivas desaparecieron, a tal punto que cuando recientemente bucearon en las profundidades del Paraná no se halló un solo eslabón viejo – y las cadenas modernas están para confusión de los incautos.

Pobres alumnos que ven todo esto y creen que fue así nomás…

Federico B. Kirbus

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