Eva Durate de Perón: No habrá ninguna igual…

Escribe Antonio Hugo Caruso.

 

Podría asegurar que Eva Duarte de Perón no soñó ni por un momento la trascendencia que tendría su obra. Siempre sostenía que su recompensa era que la llamasen simplemente Evita con tanto cariño. Una mujer humilde que llegó desde Los Toldos y Junín con sueños artísticos y luego de incursionar en el espectáculo; compensó su vocación con una mucho más fuerte: la de la solidaridad y ayuda social. Al conocer al Gral. Juan Perón en un festival solidario por el terremoto sucedido en San Juan y ver tantas necesidades comenzó a trabajar para los más necesitados. Se plegó a los programas del General Juan Domingo Perón y generó otros que la llevaron a ser una de las más importantes mujeres de la historia socio política argentina.

 

Desde la Fundación que llevó su nombre se ocupó de los más necesitados, también de organizar casas para madres solteras, de la atención a la ancianidad y los niños de darle un fuerte impulso a los sueños de todos los que querían vivir de manera digna. Ayudo a que tuviesen acceso a elementos para trabajar, también fomentó el turismo de recreación, los torneos deportivos y la educación. Procuró a través del quehacer cotidiano ir aminorando las necesidades de quienes no habían tenido la posibilidad de acceder a aquellas cosas fundamentales que se necesitan para vivir.

 

Evita – tal la evoca su pueblo – se comprometió y se ocupó de aquellos menesteres que se relacionaron con la posibilidad de brindar esperanzas de un país mejor para todos, siempre acompañando las políticas inclusivas de Perón. Es por ello que cada año de su incansable labor, recorrió el país y llevó consigo lo necesario para paliar las carencias de las familias obreras.

 

Avellaneda, la recibió en diferentes ocasiones, trajo juguetees para el día de reyes en lo que es hoy el Instituto de Teatro, también estuvo para las inauguraciones de lugares que aún hoy funcionan dando apoyo a la comunidad como lo es la maternidad Goitia, cuando se inauguró el sanatorio para los obreros del vidrio, al ampliar los servicios de agua potable en Gerli, en la inauguración de los consultorios médicos de la fábrica Dockoil, en el frigorífico Anglo, con los gremios en la Plaza Alsina, y en el jardín de infantes en Villa Dominico de la calle San Vicente, y tantas otras más. La abanderada de los humildes dejó un legado de solidaridad y esperanzas. Hoy a tantos años de su desaparición física, continúa siendo un ejemplo de trabajo dedicado al prójimo. Evita estará siempre presente en el corazón memorioso de su pueblo y de quienes conocen y admiran su obra.

Antonio Hugo Caruso

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