Esta orilla del Riachuelo en 1816

Escribe Antonio J. González.

 

En los años de las invasiones inglesas (1806) había en estas tierras algunos habitantes, labradores y comerciantes, entre ellos el pulpero Juan Gutiérrez Gálvez, quien construyó el primer puente sobre el Riachuelo (donde ahora está el Pueyrredón) y que llevaba su nombre. Es éste un lugar histórico y alrredor del cual se fueron formando las poblaciones “El acrecentamiento del comercio de frutos del país, la instalación de depósitos de clasificación y almacenaje -nos dice Fernández Larrain-  … los trabajos de salazón de carnes, que tomaron un gran incremento a partir de 1810, con la protección del Gobierno revolucionario, llevaron a la zona los primeros saladeros….En 1817, al instalarse en los alrededores del puente el primer saladero del Riachuelo, comenzó a formarse realmente el pueblo, ya que los obreros de esa fábrica construyeron sus casas en el sitio”.

 

Hasta entonces, llegaba a estas tierras la frontera de la inmensa pampa con sus pueblos originarios. “El plano del agrimensor José María Manso del año 1817 –sigue Larrain-  que traza un diagrama de casi todo el curso del Riachuelo y los hechos existentes entonces, señala el inicio de una población estable en las márgenes del río, las barracas primero y los saladeros más tarde, fueron conformando una nueva forma del uso de la tierra…”

 

“Se mezclan también las razas, aparece el mestizaje y los pobladores de las pampas, el gaucho, como el emergente de las nuevas funciones laborales y sociales. Este abanico de habitantes comienza a generar, en la interrelación de unos con otros, nuevos estilos y modos de vida, aun muy apegados a los hábitos culturales de los colonizadores. Pero la cultura colonial planta los límites de esos intereses políticos y económicos con epicentro en la España del siglo diecinueve. Así llegan las revoluciones y la independencia”.”El renacimiento –dice-  entusiasmó a los criollos de 1810-1816 Y se abrieron las primeras esclusas para el desarrollo económico y social.

 

Convertían entonces a la zona sur de las “barracas” en el afincamiento de puesteros, carreros, reservas, peones y otros trabajadores al servicio de aquellas faenas. Eran el embrión de grupos sociales que luego se extenderían lentamente por el lecho indomable del río recuperado, palmo a palmo, con la artesanía de la historia.

 

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