Escritores y periodistas en viejos archivos

Escribe: Antonio J. González.

Uno no puede con el genio y va acumulando recortes periodísticos, anotaciones, libros, revistas y
cuanta materia escrita ha encontrado en el camino. Muy pocas veces revuelvo esos archivos. Así
que hoy me puse a revisar tanta maraña de información sin propósito determinado. Y ¡saz!, saltó
la liebre. Encuentro unos pequeños recortes del periódico Nueva Vida de la década del ’50 con los
datos de periodistas y escritores vinculados a nuestra ciudad. Se trata de un artículo de Norberto
Folino, primer director de cultura municipal, donde recopila datos sobre escritores y periodistas
de todas las épocas con raíces en Avellaneda.

La primera sorpresa fue descubrir información sobre Alfredo A. López, nacido en 1874, que “tuvo
activa actuación en el periodismo de Avellaneda, en el que se iniciara desde las columnas de “El
Pueblo”… según afirma Folino. “En 1908 fundó el periódico “La Verdad” del que fuera director,
alcanzando dicho órgano gran difusión y popularidad. Actuó también como corresponsal de “La
Prensa” en los años 1907 y 1908.” Y concluye: “Fue editor y director de la revista “Avellaneda” y
ocupó el cargo de Juez de Paz, Secretario de la Municipalidad y otras funciones, además de
integrar el Tribunal de Penas del Fútbol en nombre del Racing Club”.

Un segundo descubrimiento es la minibiografía de Eduardo Blanco, nacido en 1891 en nuestra
ciudad. Poeta y periodista, editó su cuaderno de poesías “Por el sendero” en 1935, precedido por
varios premios por sus poemas. Además de funcionario municipal, fue periodista de “La Opinión”,
“La Unión”, La Acción” y “El diario de Buenos Aires”.

Por último, descubrimos al escritor y educador Hernán Deibe, nacido en esta ciudad en 1916. Era
profesor de Filosofía y Letras y periodista de “La Razón”. “Escribió cuentos, artículos y ensayos en
diarios, periódicos y revistas en todo el país” afirma el recopilador. “Ha publicado las novelas
“Marinos en tierra” (1933), “Un hombrecito gime en la penumbra” (1935) y “El conventillo de la
pulga negra” (1940)”. Deibe fue premiado por la Comisión Nacional de Cultura por su obra
“Canciones de los indios pampas” (1946) “a menudo citada por especialistas en folklore
argentino”. “Hermana, hermanita:/ si es de irse,/ nos iremos./ La nube en el viento / se va sin
pensar,/ hermana, hermanita” dice Deibe en una de esas canciones. Ocupó, además, la dirección
teatral en obras para niños, algunas de su autoría, como “Chuminga, el negro” y “La princesa está
triste”. “Su verdadero nombre –dice Folino- era Raúl Rodríguez Deibe”.

Por último, informa sobre el sindicalista y escritor José C. Quevedo nacido en 1893. Integró el
Sindicato de Luz y Fuerza y fue dirigente de movimientos populares de la época. Es elegido diputado nacional en 1951. En 1928 había publicado en el periódico Nueva Vida, donde también se
conocieron luego sus libros “Pinceladas” y “Arengas”, este último con un grabado de Facio
Hécbequer, además de varios folletos con temas sindicales.

Y hasta aquí las novedades de personajes que hicieron camino en estas veredas y en las mesas
somnolientas de los bares y los cafés de entonces. Estaban bajo un cono de sombras hasta hoy. El
olvido suele caer sobre la obra de los escritores en forma silenciosa y cruel.

Sorpresas te dan los archivos amarillentos, deshilachados, pero aún vigentes, porque una tarde
(supongo) me dije. “Recortá este artículo, nene, y guárdalo, porque algún día…”

 

Antonio J. González

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