El poder de la manada

Escribe Claudio Penso, especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento.

 

¿Cuál es la fuerza del lobo? La manada a la que pertenece. No es frecuente que un lobo transgreda las leyes que lo mantienen en perfecta armonía, entre ellas el rol y la jerarquía. Si lo hiciere, su destino es la muerte ya que es expulsado del grupo. Los etólogos descifraron la fascinante relación entre la estructura social y la unidad. Ella reduce la probabilidad de conductas agresivas y asegura la supervivencia de todos.

 

 

Los líderes no son desafiados por otros machos y tienen un rol estratégico. Esto puede verse en la organización de la marcha, lo hacen al trote para optimizar la energía y poder recorrer muchísima distancia. Primero se ubican los lobos viejos que marcan el ritmo junto con los jóvenes, en la parte media avanzan los más fuertes y cierran la marcha el lobo alfa y la hembra beta, ellos cuidan que nadie quede rezagado.

 

Cuando emprenden una cacería el orden cambia porque la prioridad es defender y atacar, lo que produce una nueva configuración. Para gestionar su energía y maximizar la potencia el alfa y los más fuertes intercambian posiciones con intervalos de quince segundos, exactamente igual que las legiones romanas.

 

Los lobos establecen un fuerte vínculo físico y emocional, cada uno desempeña un papel y éste está relacionado con las habilidades y la aptitud. Exactamente al revés que nuestras manadas humanas. Hemos repetido hasta el hartazgo que la conducta individual es vital para el desarrollo del hombre, sin embargo la ausencia de pautas colectivas organizadas en forma más estricta está destruyendo no sólo a los hombres sino a sus sociedades y hábitat.

 

Podríamos inspirarnos en el lobo y aprender de su flexibilidad para vivir, aunque deberíamos imitar más su intransigencia con las malas prácticas.

 

claudio@claudiopenso.com

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