De la profundidad a la superficie

Escribe Claudio Penso, especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento.

El fondo del Foso de las Marianas se encuentra a 11 mil metros de profundidad, es el punto más hondo explorado del océano. En 1960 el pequeño batiscafo Trieste fue el primero en llegar ahí, luego en 2012 lo hizo el Deepsea Challenger. Estas expediciones han sido verdaderas proezas si se comparan con la profundidad a la que navega un submarino, unos 500 metros. Allí debe soportar la increíble presión que ejerce el agua, 60 veces mayor que en la superficie. El cuerpo de una persona, sumergido a tan solo un metro recibe una presión de 100 kg sobre el pecho.

 
Los submarinos se construyen con materiales que tienen una característica esencial, su gran capacidad de compresión y expansión, lo que les permite realizar maniobras de descenso o ascenso. Se trata de una estructura doble y cilíndrica compuesta de acero flexible, titanio o fibra de vidrio. Su diseño redondeado se debe a que así soportan mejor las inmersiones a gran profundidad, pues el agua ejerce idéntica presión en todos los lados del submarino. La cubierta no está pegada al casco, sino suspendida de cables a una cierta distancia, dado que en un descenso prolongado sería destruida por la presión.

 
¿Cómo es el funcionamiento? Dentro del buque, herméticamente cerrado hay unas cámaras que ingresan agua y por el principio de Arquímedes, eso le permite sumergirse. También utiliza bombas mecánicas o eléctricas para desalojar el agua y así poder regresar a la superficie.
De idéntico modo, a medida que un hombre se sumerge más y más en su destino, recibe un aumento de la presión. A mayor profundidad más necesaria es su esencia flexible. En las crisis prolongadas, la mente debe escindirse de esa experiencia, para trascenderla y hacerla consciente. En toda una vida hay que sumergirse muchas veces. Siempre, en la medida que podamos absorber un acontecimiento nos adentraremos más en su totalidad, pero también es necesario expulsarlo, soltarlo, ese es el mecanismo de regresar a la superficie.
claudio@claudiopenso.com
 

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