Castel Gandolfo, tradición en pastas que se mantiene vigente

Una firma pionera en Avellaneda, que tiene su local en la calle Alsina al 100.

 

“Castel Gandolfo” es una fábrica de pastas pionera en Avellaneda que, aún después de ochenta años, sigue brindando calidad y variedad en pastas, uno de los platos preferidos en la mesa de los argentinos en general y los avellanedenses en particular.

 

 

Originalmente situada en la Avenida Mitre cerca de la Avenida Pavón fue fundada en 1930 por dos inmigrantes italianos, Azzaretti y Lanzetta bajo el nombre de “La Genovesa”. Se dedicaron a la elaboración manual de lo que ya por entonces se estaba convirtiendo en un alimento predilecto por los habitantes de nuestra ciudad, la pasta. El éxito alcanzado los llevó a abrir otro local en Lanús y dejaron a sus sobrinos a cargo del de Avellaneda. Fue entonces que Juan Pedro Gandolfo pasó a ser uno de los propietarios para finalmente quedar a cargo por completo, junto a su hijo, Juan Carlos. Eran los años donde Avellaneda le daba paso al progreso y comenzaba a construirse el Puente Pueyrredón.

 

 

La expropiación de algunas viviendas y locales de la zona los llevó a mudarse en 1967 a la Avenida Mitre al 2300. Diez años más tarde, en 1977, se instalaron definitivamente en pleno centro de la ciudad, en la calle Alsina 170 donde hoy se encuentra. A partir de entonces, y hasta la actualidad, cambió su nombre y pasó a llamarse “Castel Gandolfo”.

 

 

Juan Carlos se mantiene al frente del local y sostiene que el gran cambio que se produjo en los últimos años es la gran variedad de pastas que se ofrecen. Si bien los ravioles y los sorrentinos siguen siendo los preferidos, la oferta se ha diversificado con distintos tipos de fideos, canelones, ñoquis y agnolotis. Al tradicional amasado a mano se han agregado maquinas que lucen impecables en el local y que permiten producir cantidades para abastecer la demanda que es, más o menos, constante.

 

Considera que el secreto para la permanencia después de tantos años es la excelencia en la elaboración y el cuidado estricto por la calidad de las materias primas que se usan. Es cierto que Juan Carlos tiene una ventaja, fue presidente del Círculo de Fabricante de Pastas Frescas, una agrupación nacional que agrupa a los empresarios del ramo, y que le permite conocer a los proveedores y asegurarse que los insumos se ajusten a las calidades requeridas.

 

Con satisfacción cuenta que han logrado lo que tantos comercios desean alcanzar: la fidelidad de los clientes. “Hay gente que viene a comprar desde hace muchos años, y aunque se hayan mudado a Wilde o a Barracas, por ejemplo, siguen viniendo acá cuando quieren comer pastas”, dice Juan Carlos con orgullo.

 

En la actualidad lo acompaña su hijo, también de nombre Juan Carlos, quien continúa con la labor de su padre y su abuelo.

 

Castel Gandolfo se ha convertido en una tradición en pastas y en uno de los comercios simbólicos de Avellaneda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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