1816 en Barracas al Sud

 Escribe Antonio J. González.

 

A comienzos del siglo XIX, época de la Independencia del país, esta orilla del Riachuelo presentaba aún una zona agreste, poco poblada y en crecimiento, Un camino, llamado“Real” se abría desde 1600, en el curso de la actual Av. Mitre, que desembocaba en un precario puente de madera, denominado de Gálvez, junto a una capilla donde también había pulpería y otras actividades afines.

 

 

El historiador Ricardo Mazzini afirma que el puente “se constituye en el factor definitivo que dio origen a la formación del nuevo pueblo…”. Eran tierras todavía pertenecientes a Quilmes “campos de pastoreo con cascos de viejas estancias, donde aún quedan peones criollos, mestizos de sus pobladores primitivos…”

 

 

A la altura de la actual plaza Alsina, había un modesto templo antecesor de la Catedral. Y por toda la zona que estaba a su alrededor se registraban incipientes poblados de un par de miles de personas, la mayoría originarias del país y otras de otros países.

 

Ese renacimiento independiente  entusiasmó a los criollos de 1810-1816 con la apertura de las esclusas para el desarrollo económico y social, más allá de la producción ganadera, graserías, saladeros y jabonerías, lo que se incentivó para el afincamiento de puesteros, carreros, reservas, peones y otros trabajadores.

 

Por esos años se instala el primer saladero cerca del puente y con los gobiernos posteriores a 1810 se produce la instalación de otros en la zona, con lo que la región va teniendo los elementos necesarios para el desarrollo futuro y que lo definiría como un polo de la actividad manufacturera e industrial.

 

Pero también la cultural surgía en sus entrañas. Señala Otilia D. de Traverso, “…según un documento de 1814, el Reverendo Padre Franciscano Fray José Baca, además de cumplir con su apostolado, enseñaba a los hijos pobres” con lo que se constituye en el primer antecedente de educación en la zona.

 

Tal es una síntesis de nuestro territorio en épocas convulsionadas por la identidad y la pertenencia,  la formación de un largo camino que nos afirmaría como Nación, con la mezcla de razas, culturas e intereses que luego provocaría los conflictos y luchas internas, como en toda Nación que nace, crece y se desarrolla con sus coincidencias y sus antagonismos.

 

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