El rumbo de nuestras plegarias

Escribe Claudio Penso, especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento.

A lo largo de la historia, los imperios ejercieron su dominio e influencia sobre los pueblos conquistados. Cuando Solimán, el Magnifico, conquistó Belgrado en 1521, las iglesias de Budapest fueron convertidas en mezquitas. Sucedió lo mismo en Kamaniche, ahora Ucrania.

 
El sultán Mehmed II fue llamado el Conquistador luego de haber dominado Constantinopla. El deseaba como otros sultanes del Imperio Otomano, servir a la religión islámica. También quería crear una ciudad cosmopolita y para ello trajo artesanos griegos para reconstruir Estambul. Poco a poco, se transformó en una ciudad de muchas culturas, así que las iglesias no utilizadas se convirtieron a mezquitas para servir a los musulmanes que vinieron de Anatolia.

 
Construida en el siglo VI, la iglesia de Hagia Sophía (la Divina Sabiduría) fue un templo católico hasta 1453, hoy pueden verse en el célebre museo dos altares, uno de su época cristiana que está orientado hacia Jerusalén y muy cerca, el altar musulmán que como todos, mira en dirección a la Meca.

 
Desde los tiempos primitivos, el hombre le ha dado destino a sus rezos. Algunos han sido en dirección al sol, a la luna, a las lluvias. Le ha dado significado a sus tótems y ha construido templos. Siempre han tenido una dirección. Esa “Meca” le ha permitido trascender más allá de su condición. El formato de los templos ha cambiado, quizá también su orientación. Sin embargo, lo que ha permanecido inalterable fue el diálogo con su Dios, siempre ha sido el rumbo de sus plegarias.

 

“Ciertos pensamientos son plegarias. Hay momentos en que, sea cual fuere la actividad del cuerpo, el alma está de rodillas”. Víctor Hugo

 

Claudio Penso
Especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento
claudio@claudiopenso.com

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