Combustible de estrellas

Escribe Claudio Penso, especialistas en impulsar procesos de cambio y crecimiento.

El hidrógeno es el elemento más abundante del universo, también es el más simple. Está compuesto por un único protón en su núcleo, acompañado de un electrón. Está desde el comienzo y junto al helio  comenzó a condensarse en grandes nubes de gas, lo que habría dado lugar a las primeras estrellas. Representa el 90% de los átomos que contiene el universo, aunque por ser tan ligero representa el 75% de toda la materia ordinaria en términos de masa. Curiosamente, en la tierra casi no hay hidrógeno puro en cantidad, dado que por su liviandad tiende a subir y escapar al espacio.

 
Cuando Henry Cavendish lo descubrió en 1766 pensó que había encontrado ese misterioso elemento causante del fuego. Al colocar ácido sobre algunos metales observó que se desprendía un gas inflamable desconocido y lo bautizó aire inflamable.
Observaron que formaba agua al oxidarse. Al quemarse, dos átomos de hidrógeno se combinan con un átomo de oxígeno de la atmósfera y forman el agua. Y por esta condición fue bautizado por Antoine Lavoisier con el nombre de hidrógeno, que viene del griego hydros, agua y genes, creador o generador. Recientemente se descubrió que el hidrógeno es el combustible de las estrellas,  ya que lo fusionan en sus núcleos para producir otros elementos que contienen más protones. Cuando las estrellas más grandes explotan en forma de supernova, esparcen por el espacio estas partículas con las que se originarán nuevos planetas y quizá la vida.

 
Hay una mágica combinación del origen con el epílogo. Son la misma cosa. El hidrógeno está desde el comienzo de los tiempos, ha sido el insumo con el que se constituyeron las cosas, está presente en casi todo y sin embargo está dotado de una extraordinaria liviandad. Es la expresión máxima de la libertad. Es inasible y contribuye con su extraordinaria simplicidad a ser parte del agua y también del fuego. Quizá el hombre pueda aprender del hidrógeno, siendo uno con el todo y sin esfuerzo, abrazarse a todas las estrellas.

claudio@claudiopenso.com

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