Ximena Capristo, la morocha del barrio

Escribe Antonio J. González.

Es una modelo, vedette y actriz argentina. María Ximena Capristo nació en 1977 y su familia se radicó en nuestra ciudad. Desde joven quiso estudiar teatro y conseguir un trabajo para ayudar a su familia. Cuando cursaba el 2º año de Ciencias Económicas y trabajaba de «bartender», se presentó en el casting de Gran Hermano y fue seleccionada. En 2006 participó en el programa Showmatch de Canal 13 (conducido por Marcelo Tinelli) llamado Bailando por un sueño. El 19 de diciembre de ese año fue eliminada tras perder la semifinal contra la modelo María Vázquez. En 2007 participó en Patinando por un Sueño, del mismo programa y canal.

 

Pero sus orígenes pesan y marcan tendencia. Ella tiene bien grabados los duros años de su infancia en Avellanada, algo que la llevó a autodefinirse y definir a Gustavo Conti, su esposo, que «los dos somos de barrio y sencillos».
Su familia tampoco fue un lecho de rosas. «…un papá que no estuvo nunca y mi mamá cargó con todo, yo salí a laburar de camarera a los 15 años hasta que entré a Gran Hermano». Y acerca de sus sueños para cumplirle a su madre dice: «en un futuro si se puede le daré la tranquilidad de una casa propia a mi mamá» algo que ella -que se autodefinió como de clase media baja- ya pudo cumplir.
El secreto que la llevó a ser una de las vedettes más conocidas de la Argentina: «saber lo que quiero hacer, tener metas cortas para poder cumplirlas y querer siempre ir por más». La Capristo contrajo matrimonio con Gustavo Conti, a quien conoció en la casa de Gran Hermano. «Soy muy pasional y compañera –se define- Me casé con mi marido después de seis años de noviazgo. Creo en esas cosas; prefiero mantener mi esencia y crecer a la sombra de lo que soy realmente…»
Ximena cursa la carrera de Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires, después de algunos años de trabajo como barwoman. El relato de sus años de trabajo parece una pequeña odisea: Hasta hace dos años trabajó en la barra de un bar, «pero no era feliz con mi vida» dice. «Entonces, decidí cambiar, me anoté en la facultad y dejé atrás el sacrificio que hacía día a día para soportar la presión laboral, relata. Hoy no puedo ir de shoping, pero soy feliz por dentro».
Se califica a sí misma como una persona habladora y habladora. «Soy audaz, capaz, segura y un poco materialista», agrega, aunque deja un poco de lugar a la ternura: «También soy muy familiera», aclara..
¿Seguirá siendo una piba de barrio? Tal vez, pero la fama es un cuchillo que no perdona.
ajgpaloma@gmail.com

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