Una Biblioteca… un sueño…

A la biblioteca «Veladas de Estudio Después del Trabajo». Escribe Cristina Osimani.

Un día caminé por esas calles de Piñeiro como caminan todas las personas que van hacia algún lugar y, de la misma forma que todas ellas llegan a su destino. También llegué yo al mío. La Biblioteca.

Se abrieron sus puertas antiguas para recibirme y accedí a ese reino o santuario de la palabra. ¿Acaso no es eso una biblioteca? perpetuándose a través de los tiempos. Santuarios infinitos.

«Veladas» tiene más de noventa años en su haber e historia y, puede contar vivencias como pocas instituciones en Avellaneda.

Sentí que la palabra estaba ahí como acopiada, recoleta entre los anaqueles llenos de libros. El aroma inconfundible del papel, se huele, trasciende hacia los sentidos como un anestésico que invita a hurgar con la avidez propia del que necesita saber por sobre todas las cosas.

Y ahí, estaban ellos, esos que hoy son mis compañeros de comisión. No era el momento para saber que iba a quedarme amarrada a su muelle, como los barcos que detienen su navegación. Había ido en busca de libros y la necesidad de incorporarme a un taller literario. El tiempo marcó un derrotero con las agujas del reloj y hoy sigo trabajando por la cultura al lado de aquellos, que un día me ofrecieron bregar juntos en pos de un futuro promisorio para la institución.

La biblioteca «Veladas de Estudio» es como una fábrica o taller, en sus espacios se puede acceder a aprendizajes de diversas materias, Yoga, Computación, Idiomas, baile, Artes Marciales, Veladas de Cine Club, Teatro con elenco estable y demás actividades.

Hay algo que atrapa al que llega y es el peso de su propia historia, sus paredes como siempre lo digo, están colmadas de voces infinitas, Borges y sus charlas sobre literatura, Atagualpa Yupanqui y su guitarra, Frondizzi, Moreu de Justo, Berni, Rafael Alberti, Luis Franco, que diera nombre a la sala de lectura, Abelardo Castillo y actores de la talla de Héctor Alterio, Milagros de la Vega y tantos otros personajes que avalan nuestras actas y diarios de la época. Sin dejar de lado a los escritores y poetas de Avellaneda que, aún hoy, prestigian con su amistad nuestro trabajo diario.

La pintura deja también, de la mano de Castagnino, un mural que atesoramos con un orgulloso culto diario, algo así, como si fuésemos depositarios de erarios en guarda. Esto se debe porque debemos velar con cuidadoso extremo esta obra, puesto que en un tiempo lejano fuera mancillada por los que no se percatan que el arte tiene un sentido de pertenencia y camina junto al tiempo, para la posteridad. Sí, una biblioteca…un sueño, el mío y el de tantos que llegan un día, como yo llegué en búsqueda de los misterios y el mensaje del lenguaje. Una propuesta como camino de libertad.

Por todo esto es que los invitamos a conocer su historia, su casa con reminiscencias pretéritas, su gente, la luz que alberga a todos los que se acercan cada día. Esos poetas y escritores que presentan sus obras en nuestro «Certamen de Cuento Breve y Poesía» a cinco años de su creación y, que ha trascendido las fronteras de nuestro país acaparando los sueños de aquellos que se expresan a través del verbo y la poética.

Somos simplemente un puñado de hombres y mujeres, sin más interés, que llevar el destino de una biblioteca hasta la próxima posta, donde otros, seguramente continuarán por ese mismo sendero que tiene por meta, el trabajo, la palabra y la cultura. No hay retribuciones que nos alienten a seguir, más que ofrecerle a la comunidad, esto que somos, enamorados del quehacer cultural.

Nuestra Biblioteca vive y palpita en la calle Entre Ríos 731, Piñeiro Avellaneda

Cristina Osimani

cristinaosimani@yahoo.com.ar

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