Tres celebridades en la pileta roja

Escribe Antonio J. González.

La pileta climatizada de la sede social del Club Independiente ha sido una de las primeras en la provincia por sus características ambientales. Era natural entonces que los entusiastas de la natación y sus disciplinas deportivas se reunieran en sus aguas e instalaciones. De este modo, la pileta roja congregó a tres personalidades artísticas que, en los años iniciales de la década del ’40, estaban en los comienzos de sus carreras y en disciplinas diferentes. Era una coincidencia porque los tres se hicieron amigos y compañeros bajo aquellas aguas locales, al calor de su común entusiasmo por el deporte, el arte y la confraternidad social.

Fernando Lamas, nacido en Buenos Aires, había comenzado recién su carrera en el cine nacional. De joven dejó los estudios por una carrera deportiva que incluyó la hípica, natación y boxeo, ganando varios trofeos. Pero en 1942 ya era una estrella en el ambiente cinematográfico argentino.

La segunda pata de este trípode amistoso era Armando Bo que también tenía predilección por la actividad deportiva: fue el primer basquebolista profesional en el país. Coincidía con Lamas en su vínculo con el cine argentino. En 1948 fundó una empresa para la producción de varias películas populares como “Pelota de Trapo”, de Leopoldo Torres Ríos.

Y el tercer integrante de este grupo de muchachos era José Rodríguez Fauré, también entusiasta practicante del boxeo y la natación. Además, era músico, compositor y director de orquestas. “…nos encontrábamos los tres en los clubes o lugares de entrenamiento y nos hicimos amigos” cuenta Fauré en su libro autobiográfico. Bó y Fauré combinaban sus trabajos, porque el músico compuso las partituras de algunos filmes del cineasta.

En tanto, Lamas firma en 1951 un contrato de exclusividad con la Metro-Goldwyn-Mayer y se traslada a Hollywood, contrae varios matrimonios con estrellas del cine de la época, entre ellas: Esther Williams, y despliega su actuación como galán en algunas producciones internacionales.

Armando Bó comienza después la popular serie de películas con Isabel Sarli. Su película “El trueno entre las hojas” (1958), fue premiada en el Festival de Karlovy (Checoslovaquia), y provocó un gran revuelo moralista al mostrar por primera vez un desnudo total en la pantalla del cine argentino.

Aquella raíz nacida bajo el amparo del club rojo en nuestra ciudad, iba a acompañarlos mucho después en cada uno de sus trabajos. A Fauré, en sus giras internacionales, lo vinculaban con el club rojo permanentemente, cuando hablaba de Avellaneda (Ah, los de Independiente…, le decían). Bo lo llevaba en la sangre. Durante la filmación en Sudáfrica de “La diosa virgen”, él e Isabel filmaban bajo la mirada e intromisión del director. “…Para colmo –contaba Bo- ese tipo pretendía que dijéramos la letra en inglés, para lo cual nos había dado un librito de fonética. El primer día nos aguantamos pero después le dije: “Mister, así no va”. ¿Sabés qué hicimos? Arreglamos con Isabel que en cada toma recitaríamos la formación de Independiente. ¿Te imaginás una escena de amor? Yo la miraba y le decía: “Santoro, Sá, Pavón”. Y ella contestaba: “Comisso, Raimondo, Semenewicz”, con todo cariño”.

De Lamas no supimos si la sangre roja latía en sus actos después de muchos años. Estaba muy entretenido con las estrellas de Hollywood y todos sabemos que es una tarea excluyente.

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