“Solofra”, mucho más que un restaurante

El lugar, ubicado en Alsina 148, se convirtió en un punto de encuentro para los vecinos del lugar y en un “rescate cultural gastronómico” para todos los descendientes de la ciudad italiana que da nombre a este emprendimiento.

 

Hace apenas un mes abría sus puertas en Avellaneda el restaurante “Solofra”, en el tradicional edificio de Alsina 148, lugar que se convirtió en poco tiempo en un verdadero punto de encuentro para la comunidad.

 

El nombre “Solofra” es en homenaje al lugar de nacimiento de Francisca Vignolo, madre de cuatro hermanos de Sarandí que decidieron emprender esta aventura de compartir juntos un trabajo. Y qué mejor que hacerlo recuperando el sabor y el aroma de la tradicional comida italiana.

 

La comida italiana es mucho más que pastas y pizzas”, contaba Adrián Iglesias a La Ciudad en los días previos a la inauguración, al referirse a la temática del local que decidió inaugurar junto a sus hermanos Carlos, Gabriel y Pablo.

 

Si bien “Solofra” ofrece su gastronomía a todos los vecinos de Avellaneda y a aquellos que visitan la ciudad, el lugar se convirtió en un punto de encuentro para muchos descendientes de italianos, que encontraron en su menú varios de los platos y postres que saboreaban de niños, seguramente gracias a las madres y abuelas que cruzaron el Atlántico para un futuro mejor, pero sin olvidar sus raíces.

 

Lo que parecía solo un restaurante, trascendió el objetivo y, hoy, “Solofra” se convirtió además en una expresión cultural que trasciende lo culinario.

 

En “Solofra” se armó como una especie de movida cultural porque mucha gente, que tenía familiares que provenían de ese lugar, se acercaron a conocer y charlar, por lo que el lugar también se constituyó en un espacio para reencontrarse con la esencia de cada uno.

 

Sin duda los primeros clientes eran vecinos de la zona, los cuales tenían mucha expectativa por algo nuevo, porque no había un restaurante como éste, un lugar tranquilo, si bullicio, para sentarse a charlar con la familia o con amigos.

 

Luego, la clientela se fue expandiendo y, en apenas un mes, ya es el lugar elegido para reunirse y compartir.

 

Hay dos posibles “movidas” que se pueden avizorar de acuerdo a los motivos que tiene cada cliente para visitar “Solofra”: una cultural y otra social.

 

En cuanto a la primera de ellas, el lugar fue visitado por muchos clientes que tenían sus abuelos con el mismo origen que Francisca Vignolo.

 

Cabe destacar que se armó un grupo muy lindo con todos descendientes de Solofra y quieren organizar una cena especial para conocer el restaurante.

 

En tanto, la otra movida es “social”, porque “Solofra” fue adoptado por la gente que habita los edificios cercanos como una especie de “house” de un country y, por los que practican algún deporte, como el sitio para el clásico “tercer tiempo”.

 

La gente de los edificios cercanos va a tomar el té y también visitan “Solofra” los grupos de amigos que se reúnen tras jugar al tenis o practicar algún otro deporte.

 

En sus cálidas instalaciones, “Solofra” comparte con sus clientes un amplio horario, que va desde las 8 de la mañana hasta la medianoche, con un menú que invita a evocar el aroma de la cocina de la abuela.

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