Sesquicentenario de la inauguración del Templo Parroquial de Nuestra Sra. de la Asunción

Escribe Rudi Varela.

En todo el partido Barracas al Sur creado en 1852 había dos centros de culto: la Capilla de Fabián Rozas Ntra. Sra. del Rosario en el pueblo cabecera y el Oratorio Ntra. Sra. del Tránsito en las lomas de Zamora.

El 24 de diciembre de 1853, el Ministro de Gobierno Ireneo Portela (lomense) da el visto bueno para la creación del Curato y el 13 de enero de 1854 el Obispado de Buenos Aires lo decreta con el nombre “del Tránsito o Asunción de María Santísima”. El gobierno lo aprobó el 1ero. de febrero con la convicción que se instalaría en las lomas de Zamora.-

Pero pasa el tiempo. En junio de 1855 los lomenses piden autorización al gobierno para construir el templo parroquial en un terreno que donaría Esteban Adrogué.
La aprobación del fiscal, del asesor y del Departamento Topográfico parecía sugerir una resolución ingeniosa e inédita; el gobierno político en Barracas y el eclesiástico en Lomas, en otras palabras un partido bicéfalo.

Pero lo pretendido por Lomas no se logra porque otro grupo disidente propone construir el templo en otro lugar. El grupo de Esteban Adrogué desiste de la gestión y retira los planos presentados. El otro grupo decía tener 60.000 pesos para la obra de 300.000 pesos, pero carecían de planos.

La situación interna del partido Barracas al Sud permaneció en tensión. Esto es aprovechado por Manuel Estévez que comienza la construcción el 7 de octubre de 1858 sin autorización oficial y se inaugura dos años después.

Ambos Partidos primitivamente dependieron de las Diócesis y Arquidiócesis de Buenos Aires y de La Plata, hasta que Pío XII designa a Lomas como Diócesis el 11 de febrero de 1957. Por esas cosas del destino se invierte la situación; desde ese momento era Avellaneda que dependía eclesiásticamente de la Diócesis de Lomas. Pero al cumplirse el siglo de la primera lucha, el 10 de abril de 1961, el papa Juan XXIII crea la Diócesis de Avellaneda, separándola de Lomas. Esta vez sin tiranteces.

Se inaugura la Iglesia el 18 de marzo de 1860
Hemos encontrado en el libro III de Defunciones de la Catedral de Avellaneda, tomo II folio 16 N° 43 en el relato hecho por el Párroco Domingo Aleman, el acto de inauguración del templo parroquial, después del Oratorio de Gálvez y de las Capillas del Italiano y de Fabián Rozas donde dice: “En diez y ocho de marzo de mil ochocientos sesenta, Su Señoría Ilustrísima Dr. Don Mariano José de Escalada Obispo Diocesano de Buenos Aires, con asistencia del Superior Gobierno de este Estado y las autoridades de este Pueblo, a las doce para la una de la tarde, hizo la bendición solemne del nuevo Templo de este Pueblo de Barracas al Sud y trasladó al Santísimo Sacramento con la pompa y solemnidad que tal acto requería, sirvió de Padrino Su Excelencia el Gobernador ciudadano Don Felipe Lavallol acompañado de dos Ministros de Estado, el de Hacienda y el de Guerra y Marina.

En el día diez y nueve de dicho mes, celebró de Pontificial Su Señoría Ilustrísima y predicó el Sr. Canónigo Dignidad Don Felipe Elortondo Palacios…”
La pila bautismal comprada el 6 de diciembre de 1859 probablemente se bendijo ese día y su cubierta de acero, el 1ero. de mayo de 1984.

Cómo era la Iglesia en 1860
La Memoria de la Municipalidad de Barracas al Sud correspondiente al año 1865, expresa que “este templo se componía en 1860 de todo su frente con la nave principal, las dos sacristías y una nave lateral al norte, faltándole a ésta solamente el embaldosado del techo, una torre concluido su primer cuerpo y la segunda empezado, además de la nave lateral sud por la mitad de su pared”.

En diciembre de 1860, se le abonan al arquitecto Barravino once mil pesos por la dirección de las obras hasta la fecha.

En 1861, la Municipalidad autorizó al Presidente Municipal a realizar las obras tendientes a la terminación de la nave lateral Sud, solicitando la contribución de los vecinos para ese fin.

Al año siguiente, la Municipalidad comunica al Ministerio “en el año que corre se han concluido las dos naves laterales de la Iglesia y las dos torres, adornado y pintado interiormente el templo, casi con lujo”.

El 15 de agosto del año 1862, se celebran públicamente, por primera vez, las fiestas patronales.

Nueva visita del Obispo Escalada
El 20 de diciembre de 1860, a los nueve meses, el Obispo de Buenos Aires, Mariano José de Escalada visita la iglesia nuevamente. Esta queda asentada en el Libro de Fábrica y es un documento digno de ser transcripto, pues se ve la severidad y minuciosidad con que se actuaba: “ … celebrando su santa visita por ante mí el infrascripto Secretario de ella, la hizo especial de esta Iglesia, su bautisterio, sacristía, vasos sagrados, ornamentos, fábrica, cementerio y libros parroquiales, y en su visita dijo: que debía mandar como efectivamente se mandó, que no siendo servible el único copón que hay es esta iglesia, ni por su materia ni por la forma que tiene, mientras no pueda hacerse otro todo de plata y con la decencia que corresponde, se reforme inmediatamente aquel, haciéndole una tasa o casquillo de plata, dorado en su interior, que se coloque dentro del copón y pueda cerrarse completamente con la tapa. Mandó también que la cajita de plata que sirve para porta viático, se dore perfectamente, a lo menos en su interior y que esta obra se practique tan pronto como la del copón. Ordenó también S. S. I. que las seis velas que están en la grada del altar mayor sean precisamente de cera, pues la estearina sólo la ha permitido para las arañas de los altares y cuando mucho para alumbrar a las imágenes. En el examen que S. S. I. hizo de los libros parroquiales, habiendo encontrado que en la partida de bautismo de María Segunda Silva, que se halla a los Fs. 112 del libro primero de bautismos, faltan los nombres de los padrinos, dijo que debía mandar, como efectivamente se mandó, que se averigüe por medio de los padres de la bautizada, quienes fueron aquellos y se llene ese vacío tan notable.
Habiendo examinado S. S. I. este libro de fábrica, dijo que le parece bien el método con que lleva las cuentas el actual cura, y que será preciso para la mayor claridad, que al fin de cada año se haga el resumen de las sumas de cada mes, tanto del Debe como del Haber, para que por el resultado de la suma general del uno y del otro, se tenga un conocimiento del estado verdadero de las rentas de la iglesia”.

La casa parroquial
La Iglesia estaba construida pero no terminada. A cinco años de su habilitación resultaba pequeña para el crecido número de fieles. Se proyectaba ya su ampliación como una cosa necesaria, pero había una necesidad mayor aún; el Curato estaba sin casa Parroquial.

Los dineros de las limosnas, las subscripciones entre las gentes del pueblo y las subvenciones del Gobierno de la Provincia y los escasos recursos municipales destinados a ese fin, se habían licuado en la atención de las obras y necesidades de la iglesia.

Como recurso externo se recurrió de nuevo al Gobierno; en fecha 18 de febrero de 1865, se resolvió solicitar la suma de 60.000 pesos, y destinarlos a la iniciación de las obras de la Casa del Cura. Seis meses después el Gobierno comunica que contribuirá a lo solicitado por la Municipalidad que pide “cooperación para continuar la obra del cementerio y emprender la construcción de un edificio para el Cura párroco, con la suma de 35.000 pesos”.

Atento a ello, en la sesión del 10 de setiembre de aquel año, la Municipalidad “reconociendo la necesidad de que se hiciera la Casa Parroquial, a fin de que el párroco pueda cuidar y atender con más facilidad al templo, cuyos cuidados imposibilitan cuando llueve por la distancia en que vive, acuerda: 1º) Se autoriza al Municipal don Manuel Estévez para que compre la cal necesaria para dicha obra. 2º) Se aprueba la oferta del carpintero don Pedro Lucía para que se comprometa a hacer las puertas de pino y marcos, de urunday y o algarrobo de clases 4ª. Y 11ª. Los primeros a 650 pesos y los segundos a 600 pesos con la condición precisa de ser esta obra a satisfacción de la Corporación Municipal. 3º) La obra de albañilería se da al maestro don Francisco Meaca, el que la levantará bajo la dirección del Arquitecto don Miguel Barravino”.

Para ese fin, el 7 de mayo de 1866, la Municipalidad había adquirido a la sucesión de don Julio Loutón un terreno lindero a la Iglesia, con frente, contrafrente y laterales ligeramente irregulares, y con una superficie total de 966, 61 metros cuadrados.

Según el acuerdo del 4 de setiembre de 1866, en que se resolvió pagar de las obras de construcción de la Casa Parroquial, el alarife que las realizó finalmente no fue el maestro Meaca, sino don Antonio Lacorte, a cuyo cargo estaban aún las de la Iglesia.

Extraído del libro inédito “En torno a la Iglesia de la Asunción” de Rudi Varela

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