Peajes en el barro suburbano

Escribe: Edgardo Cascante.

Durante la segunda mitad del siglo XIX los caminos pampeanos del suburbio no eran más que precarios senderos rurales, cuya continuidad se esfumaba en arroyos y pastizales vírgenes. La pampa es una de las más grandes extensiones geográficas desprovista de piedras en su corteza; por eso se demoró siglos para construir caminos consolidados en estas comarcas. Las centenarias huellas marcadas por las rústicas carretas, eran con frecuencia intransitables debido al lento escurrimiento de los pantanales que dejaban las lluvias.

Entre 1870 y 1900, la mayor parte del distrito aun era campo; una sumatoria de inmensos lotes de “testamentarias” en donde siempre se repetían los mismos apellidos. En los viejos croquis del catastro se puede leer Zamora, Ximénez, Martínez de Hoz, Galíndez, Elortondo, Correa, Núñez, Demarchi, etc. Algunos descendientes de aquéllos, mantenían eternamente la condición de “sucesión”, como subterfugio para usufructuar tierras cuya legalidad de origen era indemostrable como para reclamar legalmente su herencia.

El derecho de paso para las mensajerías, los carros, y las tropas de ganado, lo administraba de manera arbitraria el dueño o apropiador de las tierras. Para el viajero era común toparse con una tranquera cerrada en el trayecto mejor transitable, o varias tranqueras sucesivas. Ergo, para pasar había que pagar.

La mayoría de las calles municipales eran sólo trazas imaginarias, eso facilitaba la picardía de aquellos que las alambraban y ponían portones ilegales, usurpando el permiso de tránsito. Algunos de ellos fueron funcionarios municipales inescrupulosos que aprovecharon el patrimonio público en beneficio personal. Otros, si bien han vivido del peaje, lo han hecho más dignamente; construyendo puentes con el beneplácito de las autoridades, pero asumiendo el riesgo si alguna crecida los destruía.

Quizá el más antiguo puesto de peaje ha estado en el colonial puente de Gálvez (luego Barracas). Juan Gutiérrez Gálvez lo construyó en el Paso de la Canoa en 1791, con la anuencia del cabildo colonial. Seis décadas después, algo similar hizo un morador del Paso de Burgos, Enrique Ochoa, anticipando lo que después fue el Puente Alsina (que fue privado hasta que en 1885 lo compró el Estado).

Los destinos sureros eran San Vicente, Ranchos, la Ensenada, y Chascomús.
Sobre el Camino Real del Sur, en la esquina de las Marianas (Av.Mitre y Paso), estaba la primera posta para las diligencias que, viniendo desde la Ciudad, se dirigían hacia el sur. El maestro de esa posta era un entrerriano traído por Urquiza: Jerónimo Barceló.

Hacia el Pueblo de los Quilmes se iba por el Camino de la Arena (Ramón Franco); hacia San Vicente por la actual diagonal Donato Álvarez; al primitivo Monte del Chingolo (Pueblo Ministro Rivadavia) se iba por el camino del Tropezón (calle Centenario Uruguayo).

Después de 1900, la aparición del automotor y la proliferación de redes tranviarias impulsaron la apertura de calles y todo fue cambiando. Por 1910 la avenida Mitre ya estaba empedrada hasta Arenales (apenas un kilómetro).

Veremos a continuación una cronología de hechos que influyeron en el tránsito cuando la única tracción era a sangre. Para ello hemos recurrido a los archivos históricos de la Municipalidad de Avellaneda (salvados de ir a la “Quema” por Federico Fernández Larrain), y del pionero diario El Pueblo.

HCD, 15 de marzo de 1857: “La Municipalidad aconsejó al Gobierno (provincial) aceptar la propuesta del señor Ramón Gómez para mantener en condiciones el camino desde el Puente de Barracas hasta el Santo Domingo, y que el municipio cobre peaje.”

HCD, 5 de julio de 1857: “Se autorizó a Don Esteban Adrogué al cobro de peaje en un puente de su propiedad con la tarifa de un peso por carruaje y dos reales por animal.”

HCD, 27 de febrero de 1864: “El H.C.D. elevó al ejecutivo una solicitud de exoneración de derecho de peaje a favor de Don Zoilo Piñeiro.”

HCD, 31 de diciembre de 1864: “El gobierno pagó al Señor Ochoa la suma de $ 40.000 para comprarle terrenos destinados a calles y así liberar del pago de peajes al vecindario.”

En 1866 la Municipalidad de Barracas al Sud reclamó al gobierno provincial la transferencia de los derechos de cobro de peaje en el Puente Chico (arroyo Sto. Domingo) que eran explotados por el municipio de Quilmes. El peaje se pagaba en el puesto de Dovarán (Av.Mitre y Magdalena). Recién el 14 de noviembre de 1872 se transfirieron los derechos de peaje a Barracas al Sud.

El Pueblo, 19 de agosto de 1877: “Allá por 1874 la Municipalidad había nombrado una comisión de vecinos, entre ellos Don Benjamín Ortiz, con el objeto de reunir fondos en el vecindario para componer el camino que va desde la Esquina del Tropezón al nuevo cementerio, Lomas, Quilmes, Guardia del Monte, etc, evitando de esa manera el pago de peaje en varios puntos de tránsito, que tan odioso resulta para el transeúnte.

Algunos vecinos del cuartel 4º, entre ellos lecheros y pasteros, venían intentando componer la calle principal que viene de la Chacra de Zamora a la Esquina del Tropezón.”

(* En 1880 Don Benjamín Ortiz -alcalde del cuartel 2º- fue denunciado por cobrar indebidamente montos arbitrarios para dar registros de propiedad de caballos. Ortiz era propietario de una parcela lindera al casco de la Quinta de “Galli Hermanos”, en Mitre al 2.300. Ortiz fue homenajeado con una calle con su nombre en Sarandí).
El Pueblo, 26 de mayo de 1878: “Todo el mundo sabe que desde 1844 el señor O’Gorman y otros vecinos han dejado una ancha calle desde el saladero de Senillosa hasta la altura de la estación Mitre (Sarandí), por la cual transitaban siempre tropas hacia los saladeros. Clausurados los saladeros el señor Núñez cruzó aquel camino con cerco de alambrado, e impidió el tránsito público.

Con motivo de las quejas, la Municipalidad ordenó en 1871 que se despejara la vía, cuya orden despreció el señor Juan Núñez y no dio cumplimiento amenazando con oponerse por la fuerza. Era preciso prenderlo al señor Núñez y remitirlo a la cárcel con los peones que lo secundaron. Conflicto que la autoridad quiere evitar faltando a su deber. Hay otro caso que demuestra el poco caso que hace este señor a las disposiciones municipales. Hace dos meses que la Municipalidad tuvo conocimiento de que estaba obstruyendo otra calle que queda al otro lado del arroyo de La Crucesita arrancando de la calle Mitre y en dirección a los potreros.
Ésta es una calle que tiene casas a ambos lados del camino y está bien delineada.
¿Por qué la cierra y le pone portón? La razón es muy sencilla. Porque le da la gana.”

(*Juan M. Núñez ha sido homenajeado dando su nombre a un barrio. Fue uno de los usurpadores históricos del partido, ha sido Presidente de la Municipalidad, Alcalde de Cuartel, y Juez de Paz).

El Pueblo, 14 de julio de 1871: “Hoy mismo para ir del Puente Barracas al de Santo Domingo (Puente Chico) se pasa por grandes lagunas que, apenas llueve se unen y forman un mar, haciendo peligroso el paso de una extensión de 30 cuadras”.
El Pueblo, 9 de junio de 1878: “Hacemos saber la usurpación de un camino público llevado a cabo por Juan Núñez. Hizo construir dos casas de material en dos esquinas angostando considerablemente la calle en cuestión, sin importarle nada. El señor Núñez también ha obstruido otra calle que da al arroyo de la Crucesita poniendo un portón.”

El Pueblo, 15 de septiembre de 1878: “En vano el decreto del gobierno, mandando abrir las calles usurpadas por particulares, enseñó un nuevo camino a seguir.
Su vista la ha fijado a la derecha de los caminos del Sr. Núñez, y el Sr. Lazcano (Tropezón) que les manda abrir.”

El Pueblo, 15 de septiembre de 1878: “El carretero que sale de la ciudad para ir a su chacra o quinta en el Pueblo Almirante Brown, punto antes llamado Monte Chingolo, cuya distancia del puente será dos leguas, tiene que pagar lo siguiente:
Peaje Calle Larga de Barracas.

Peaje Puente de Barracas.
Peaje puente o tranquera particular de Ramón Piñeiro, a 12 cuadras del Puente de Barracas.

Desde esa tranquera a lo de Tomasín hay seis cuadras y se paga otro peaje.
De lo de Tomasín a lo de Avellaneda hay una cuadra y otro peaje de tranquera.
De lo de Avellaneda a lo de la Testamentaria de Arisclo Fernández, peaje por cinco cuadras.

De lo de Fernández al terreno de segundo Ramírez, 9 cuadras, tranquera y peaje.
De lo de Ramírez a lo de Peñalba, dista 10 cuadras con peaje.
A media cuadra se le paga derecho a Juan Chichín.
A media legua se le paga derecho a Francisco Wisque.”

8 de septiembre de 1878, El Pueblo: “Puente Ochoa o Alsina. La municipalidad ha recibido del Gobierno el expediente firmado, con motivo de hallarse el camino que conduce a las Lomas de Zamora en mal estado, y ordena que no se le cobre peaje hasta que esté en buen estado.

¡Muy bien! Quedan notificados los transeúntes”.

El Pueblo, 2 de febrero de 1879: “Hace falta un puentecito para cruzar el Bajo de Tejera, frente a la Quinta del señor Lavalle, en el camino que va a Lanús.”
El Pueblo, 2 de febrero de 1879: “El nuevo cementerio está a 30 cuadras del viejo, pero es necesario prolongar la calle Belgrano, para lo cual hay que abrirla en el deslinde de la propiedad de Don Juan M. Núñez y la de Benjamín Ortiz, yendo a salir a la de Juan Mintiguiaga, que quedaría a una cuadra del referido cementerio. Hay que hacer un puente sobre el arroyo de La Crucesita y un terraplenado. El vecindario ahorraría así 2 peajes.”

El Pueblo, 16 de noviembre de 1879: “Camino del Monte del Chingolo. Nuestros lectores recordarán los reclamos del año 74 sobre la calle cerrada por los señores Núñez y Carranza, con alambrado, que es continuación de la calle Belgrano hasta la esquina del Tropezón, y de aquí el camino que va recto de la casa del señor Breñaza a Almirante Brown. La Municipalidad emplazó a retirar el alambrado por pedido de los vecinos.”

En 1879 en las tierras de la familia Echenagucía (actual Gerli), los propietarios encararon la obra de un puente sobre el arroyo La Crucesita, que tenía sus nacientes en esa zona. En 1883, como agradecimiento a aquel vecino la Municipalidad le impuso su nombre a dicha calle rural. Posteriormente paso a denominarse Heredia.
El Pueblo, 5 de diciembre de 1880: “El puente de la Crucesita tiene más agujeros que calzoncillo de pericote. Es increíble la desidia de la Municipalidad ¡Pobre pueblo!”

El Pueblo, 14 de mayo de 1882: “El puente que la Municipalidad ha mandado construir en la Crucesita ya está casi terminado. Es todo de material sólido de cal y canto. Costará al fisco $20.000.”

El Pueblo, 9 de julio de 1882: “Arroyo de Lemos (*). Por pedido de los vecinos llamamos la atención a la Municipalidad hacia el pequeño (si el Riachuelo no crece) arroyo que cruza el camino del paso de Burgos. Su estado actual hace imposible el tránsito”. (* Aº de Lemes, según el archivo Roasenda).

HCD, 10 de febrero de 1884: Se autorizó al señor Esteban Adrogué a construir un puente sobre el Arroyo de Lemos, siendo el señor Juan Palaa el Municipal por obras públicas.

HCD, 17 de febrero de 1887: Se aceptó la propuesta del señor Julio Rojas para cobrar durante el año peaje en el camino a Lanús.

HCD, 12 de mayo de 1887: El municipio aceptó la propuesta del señor Manuel López para efectuar el cobro del peaje en el camino a Lanús.

El Pueblo, 11 de diciembre de 1887: “Camino a Lanús. Con motivo de no existir vigilante alguno en la casilla del peaje del camino a Lanús, los que transitan por él en vehículos o cabalgaduras, se resisten a pagar el impuesto de piso.”

En octubre de 1889 se inauguró el mayor centro de negocios de la Argentina, el Mercado Central de Frutos del País, en la ribera sur del Riachuelo. Varias compañías ferroviarias llegaban allí. Un año después -en octubre de 1890- la Municipalidad implantó un peaje ferroviario. Cada vagón que ingresaba debía pagar un timbrado.

El Pueblo, 3 de enero de 1897: “En el camino que va al Pueblo Alsina, en la esquina de los terrenos de Anderson y la Sucesión Errecart, existe un puente construido con material de primer orden al que le faltan tablones del piso, habiendo agujeros que pueden ocasionar una desgracia.”

El Pueblo, 24 de junio de 1900: “La calle 3 de Piñeiro, hoy General Domínguez, va a ser afirmada con piedra.”

El Pueblo, 1 de enero de 1905: “Cuatrel 5º. La compostura de la calle López que parte del Camino Real a Puente Alsina y termina en el Camino de las Tropas, en el Paso Chico frente al Polvorín, y a la importante propiedad del señor Vázquez Millan: el arreglo de esta calle facilitará el tráfico de Lomas de Zamora a Avellaneda, así como de las haciendas de tránsito de Liniers a Avellaneda.”
Conclusión: es evidente que el peaje de tránsito no es un invento moderno. Su aplicación siempre ha sido sospechada por los ciudadanos, fundamentalmente cuando el Estado ha entregado concesiones sobre caminos previamente construidos con dinero del fisco, ¡un negocio de rentabilidad infinita!.

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