Revista Vuelo y su material histórico

Escribe Antonio J. González.

Desde 1946, a cinco años de su fundación, la Asociación Gente de Arte, por impulso de sus escritores, poetas y pensadores, comenzó a editar la publicación “Vuelo”.

Fueron períodos muy intensos y definitorios, otros más tranquilos y también espacios en silencio. Como periodismo de cultura, arte y pensamiento de la región, fue precursora en su género de las primeras ediciones de los escritores y poetas de la talla de Pedro I. Molinari, Salvador Di Benedetti y otros que permanecen en las tinieblas del pasado.

A partir de sus primeras ediciones, se manifestaba el contenido: “…un medio de expresión que le permita acercarse más a sus asociados y simpatizantes. A tal fin se ha concebido la idea de dar a luz estas modestas cuatro páginas que llevan en si el deseo de proporcionar al lector amigo, la noticia escueta y. el comentario breve para que tenga un mejor conocimiento de todo acto o decisión que sea de interés común”, decía en su primera edición y continuaba:.”Este pequeño cuaderno que hemos titulado “Vuelo” ha de ser el vocero de la misión de tener siempre latente la inquietud y el interés por aquellos que ya emprendieron la marcha, como así también despertar y orientar a aquellos que, por temor, desidia o falta de aliento, vegetan en la oscuridad sin una mano que los guíe… y esto último es lo que más ansiamos”. Esta etapa termina en 1951 por imposibilidad económica, pero se reanuda en 1955 en modestas páginas desplegables. En 1956 retoma el formato de revista, ahora con la orientación y dirección de Antonio Requeni hasta agosto de 1959.

En 1962 reaparece la publicación. Esta vez en formato tabloide. Su consejo de redacción es colectivo, integrado por cuatro escritores locales: José F. Gulías, Antonio J. González, Carlos Okada y Antonio Requeni. ”En esta nueva etapa –cuenta Requeni- los jóvenes escritores de Gente de Arte proyectamos hacer de la revista “Vuelo” no sólo el órgano informativo de las actividades de la entidad, con la complementación de algunos poemas, cuentos o artículos literarios, sino una revista literaria de más vasta repercusión y trascendencia”. En 1963 la dirección se reduce a Carlos Okada, Antonio J. González y se incorpora Andrés Avellaneda.

En la primera edición la revista se solidariza con el escritor guatemalteco residente en nuestro país, Miguel Angel Asturias, encarcelado por el gobierno cívico-militar de Guido. Se publican textos solidarios de Carlos A. Erro, José Pedroni, Bernardo Canal Feijoo, Héctor A. Murena, Augusto Roa Bastos, Amelia Biagioni, Córdoba Iturburu, Tomás Eloy Martínez, Magdalena Harriague, Dalmiro Saenz y Bernardo Kordon, junto a una carta exclusiva que escribió al Presidente de la Nación el escritor Ernesto Sábato en el mismo sentido. En ese número se publican: entrevista a Violeta Parra, Bertolt Brecht (M. Farberman), y materiales de Antonio Requeni, Antonio J. González y José F. Gulías. En los números siguientes, hasta 1964, publicaron textos y poesías: Rafael Alberti, Horacio Armani, Esteban Peicovich, Germán Rosenmacher, Jorgelina Jusid, Juan Gelman, Luis Luchi, Luis Gegorich, Julián Marcos, Horacio Ferrer, entre otros. Durante esas ediciones se contó con la colaboración y la solidaridad de poetas jóvenes de la época: Alberto Szpunberg, Omar Mouzakis, Adalbo Menghi, Salvador Marino, Fernando De Giovanni, Estela Dos Santos, Jorge Quiroga, Jorge C. Caballero, Máximo Simpson, Jorgelina Jusid, Raúl Santana, entre otros. En aquellos años, el grupo de la revista realizó actos y actividades públicas fuera de la casa de la institución. Exposición de libros y poesía ilustrada en la Plaza Alsina y actos de divulgación en sociedades y bibliotecas barriales. Esta etapa se interrumpe a fines de los ’60 y van a pasar muchos años en silencio.

En agosto del 2006 reaparece con la responsabilidad de Aníbal Gordillo, Raquel Alvarez y Antonio González que se extendió durante cinco años. Ha sido la revista literaria de Avellaneda con una mayor permanencia histórica y una repercusión más allá de su terruño. Es consultada aún hoy –no solamente en el país sino en el exterior- por el valor documental de sus ediciones. Por ejemplo, la realización de Antonio Berni de sus murales en el excine, un poema juvenil de Alejandra Pizarnik editado en sus páginas, el primer comentario a su libro inicial, cuentos y poemas de escritores argentinos y extranjeros, el reportaje a Violeta Parra en Buenos Aires, son hechos que produjeron investigaciones más allá de las fronteras. Fue una experiencia única y gravitante en la temperatura cultural local, en Buenos Aires y el resto del país. Ojalá logremos otra vez a un relanzamiento con las claves y coordenadas de estos nuevos tiempos.

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