Quiebra
Escribe Claudio Penso, especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento.
La etimología de la palabra quiebra deriva del italiano banca rotta. Durante el medioevo, los bancos no existían, los banqueros eran personas que ejercían su oficio en lugares públicos. Apoyados sobre bancos, que usaban como mostradores, hacían sus transacciones.
Si el negocio no funcionaba porque perdían sus clientes o no cumplían con sus pagos, entonces se producía una acción que penalizaba sus conductas: Se les «quebraba el banco», literalmente lo rompían. Esta marca era una mancha difícil de sostener y a sola vista tenía un significado elocuente.
En la antigua Grecia no existía el concepto de quiebra. Si un hombre tenía deudas y no podía pagarlas, él y su familia contraían con el acreedor «la esclavitud de la deuda». Pagaban con su trabajo físico como esclavos. En algunas ciudades esto se limitaba a 5 años.
En el Este de Asia, se aplicaba la pena de muerte para quien hubiera quebrado 3 veces.
La quiebra de una empresa es sólo el epílogo de un proceso de crisis muy largo que contiene todos los indicadores. Las dificultades financieras son una consecuencia de malas decisiones y acciones erráticas. Quienes están entrampados se habitúan a vivir en crisis y gestionan a la defensiva. En esto deben poner su ingenio, hilvanar sus mentiras piadosas de incumplimiento y eludir el drama a corto plazo. Pero las consecuencias siempre llegan impiadosas, porque para que una empresa quiebre primero debieron quebrar sus prácticas.
Claudio Penso
Especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento
claudio@claudiopenso.com