Posibilidades

Escribe Roberto Díaz.

Los que han recorrido un poco el mundo, saben que hay un sin fin de países donde las posibilidades de ascender en la escala social, son casi nulas.

Sobre todo, en nuestro Continente, donde hay zonas de marginación que son estáticas y las personas que han ido a parar allí, tienen plena conciencia de que no podrán superar esos límites que le ha asignado una sociedad de estamentos casi inmóviles.

América Latina es un territorio sin posibilidades, más allá de los logros económicos que ha conseguido en los últimos tiempos, a caballo de una situación promisoria en el comercio internacional.

Sucede que sus estructuras están conformadas de tal modo, que el que nace rico, rico morirá y, por lo contrario, los pobres tendrán que resignarse a ser pobres, por más esfuerzos que hagan para salir de esta situación.

En cambio, la Argentina, por el empuje que le impuso, en su momento, una inmigración con muchos deseos de progreso, ha conformado una sociedad con posibilidades; está en cada ciudadano el intento de trascender sus propios límites y subir en la escala social.

Como en todos los órdenes de la vida, esto tiene dos caras: una positiva y una negativa. Nuestra sociedad permite, con entera libertad, ascender en los niveles y fabrica, en muchas ocasiones, a los “nuevos ricos”, una subclase que no siempre está a la altura de las circunstancias.

Sin irnos más allá, veamos el ejemplo de la televisión donde muchos personajes públicos se han encaramado, de tal modo, que, ahora, hasta se permiten almorzar con Pharaon, un ultra millonario de aquellos, que hace fiestas fastuosas en Punta del Este, todos los veranos. Este año, estuvo entre sus invitados Marcelo Tinelli.

Pero, sin duda, esto es anecdótico. Lo que importa, a los efectos de este texto, es que la Argentina sigue siendo tierra de promisión, en el sentido de que sus amplísimos recursos, lo hacen una nación con mucho resto; si no fuera así, no hubiese podido resistir a tantos malos gobiernos y a tantos personajes corruptos que la esquilmaron.

Por supuesto, ese ascenso social se consigue con ciertos talentos. A veces, es la política la de que da la posibilidad de que muchos (que no podrían subir ni un peldaño) terminen siendo considerados dentro de la sociedad, con patrimonios, por lo menos, sospechosos. Los medios de comunicación son fuente inagotable del ascenso de mucha gente. Los negocios, son de los otros ítems que sirven para la escala.

Pero, además de ciertas dotes naturales, es importante dotarse de conocimientos.

A veces, un golpe de suerte (ayudado, desde luego, por su talento natural) consigue milagros como los de Bill Gates, un magnate que está entre las fortunas más importantes del mundo y que la consiguió a través de sus indudables invenciones en el terreno de la Informática.

El ascenso social produce, a veces, advenedizos. Pero es un mal inevitable. Es preferible, siempre, una sociedad pragmática, que se mueva al ritmo de sus propios componentes a una sociedad estratificada, donde a cada individuo le dicen lo que tiene que hacer.

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