El “paseador de gente”, una tarea que comenzó en EE UU y que ya está en vías de expansión

Primero fue una actividad creada por una persona y ahora hay empresas que ofrecen caminatas para combatir la soledad.

Por 30 dólares la hora, el servicio de caminatas de Chuck Mc Carthy ofrece aire fresco, ejercicio y alguien con quien hablar y dejar a un lado por un rato la vida ocupada y a veces solitaria de Los Ángeles. Es la nueva variante “cuentapropista” que este hombre inventó y que, dado el éxito que obtuvo, no se duda que comenzará a imponerse en muchas otras ciudades, incluida la nuestra.

McCarthy inicialmente pensó en hacerse “un paseador de perros”, un trabajo que está muy extendido en las principales ciudades estadounidenses como Nueva York o Los Ángeles y también en La Plata, donde son muchos los que contratan a personas para que cuiden de sus mascotas y las saquen a pasear. Pero Chuck “vio” otra cosa.

“También vi muchos anuncios de entrenador personal de gimnasia, así que le dije a mi novia ‘tal vez me convierta en un paseador de gente’”, contó este emprendedor acerca de cómo se le ocurrió la idea que en principio surgió como una broma, pero que luego comenzó a madurar en serio al darse cuenta de que había una necesidad de socialización en la gigantesca metrópoli californiana de diez millones de habitantes.

LA ECONOMÍA “GIG”

Fue así como Chuck Mc Carthy comenzó a trabajar como “The People Walker” (el paseador de gente) hace dos años.

Pero la demanda fue tal que ahora hay 35 más como él en su equipo y un sitio web donde las personas pueden elegir recorridos y compañeros.

La economía de los empleados independientes (la “economía gig” en inglés) ha dado a luz a una generación de trabajadores que no tienen rutina y que no necesitan ir a la oficina.

McCarthy dice que muchos de sus clientes están casados, tienen hijos, amigos, pero sus horarios no coinciden con los de sus seres queridos, y es por su aspecto práctico que acuden a “The People Walker”.

Para otros, las pantallas y las redes sociales han sustituido las relaciones humanas reales como una especie de sucedáneo de peor calidad, y en lugar de “gritar en el vacío de Twitter o Facebook”, los clientes de McCarthy están teniendo relaciones con personas reales que no los juzgarán ni hablarán mal de ellos.

“Es muy similar a ir a un confesionario, a un bar, a ver a un terapeuta o ir a la peluquería”, ejemplifica McCarthy.

Aspirante a actor, se niega con cierta coquetería a revelar su edad -”digamos que estoy en mis treintas”, dice-, pero su floreciente negocio lo ha alejado de los castings últimamente y está a punto de lanzar una aplicación para teléfonos inteligentes mientras tiene planes para extender sus servicios a toda California y a todo el mundo.

Durante los últimos dos años, ha caminado con clientes de todos los ámbitos de la vida cuatro o cinco veces a la semana, generalmente durante una hora. Su secreto, según revela, es describirse a sí mismo como “alguien que sabe escuchar”.

“Es más una conversación que una confesión -señala- y no diría que escucho los secretos más oscuros de nadie como tampoco las personas rompen en llanto durante nuestras caminatas. Pero para ellos es muy útil”

LOS CLIENTES

Anie Dee, veinteañera y originaria de Wisconsin, en el norte de Estados Unidos, ha vivido en Los Ángeles durante siete años y conduce para un servicio de choferes cuando no trabaja en la taquilla de un teatro. Sentada todo el día, decidió el año pasado que debía hacer más ejercicio.

“Tengo problemas de salud, por lo que caminar durante mucho tiempo es muy difícil para mí, y tener a alguien conmigo me ayuda a caminar más allá de lo que pensaba”, dice. Y argumenta que sus paseos con Mc Carthy tuvieron un impacto positivo en su estado de ánimo.

“Cuando haces trabajo de escritorio y lo haces por tu cuenta, realmente no te beneficias del aspecto social del trabajo -señala la chica- así que, cuando voy a una larga caminata con Chuck, es como sentirme renovada, es realmente muy bueno”, afirma.

Chuck Mc Carthy, el hombre de la tupida barba, en tanto, realiza sus caminatas por las colinas de Hollywood con vistas a la ciudad de Los Ángeles con pingües ganancias. Ya formó una pequeña empresa de “people walker” que, inclusive, piensa extender a otros lugares. Para él, pasear gente resultó un gran negocio.

 

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