Paremos la moto y veamos la floración

Escribe Antonio J. González.

Un amplio muestrario multicolor de árboles que perfuman y embellecen la ciudad ha comenzado a verse en calles, plazas y jardines. Claro que es una vieja costumbre de la naturaleza por estos meses, pero no deja de sorprender, encender dulces melodías interiores y gratificarnos por otras fealdades con las que vivimos. Esta danza florida es amplia y abarca a todos los barrios. Lo conforman jacarandás, ceibos, palos borrachos, naranjos, acacias paraísos, magnolias, tilos, tipas, lapachos rosados, blancos o amarillos y crespones, entre otros.

Entre los más vistosos están los jacarandás, los lapachos -en su mayoría rosados- florecen entre agosto y septiembre, lo mismo que las glicinas. Los tilos lo hacen durante toda la primavera; los ceibos tiñen de rojo su entorno en octubre; las imponentes tipas abren sus flores amarillas en diciembre; y en febrero, para cerrar el verano, los palos borrachos entregan las suyas, rosadas o blancas. Es una forma de pintar con sus colores no solamente su propia estructura, sino que salpican veredas, calles, rejas, fachadas y todo lo que recibe sus tributos.

Los jacarandás sobresalen con la prepotencia de su colorido, pese a ser oriundos de Tucumán, Salta y Jujuy pero se adaptan a Buenos Aires y ciudades como la nuestra. Muchos de ellos conviven con nosotros –simples mortales- en nuestras viviendas y jardines. Y es un agasajo que vale la pena señalar en estas crónicas.

No siempre podemos regocijarnos con este espectáculo gratuito que la primavera acostumbra a ofrecernos, así como lo hacen árboles y plantas en otras épocas del año, como el caso de los palos borrachos que florecen cuando otros descansan.

Detengamos el paso un minuto para admirar este florecimiento. Es parte del mensaje vital para los mortales que a veces caminamos ensimismados, hablando solos o escuchando el mensaje electrónico en el celular, y dejamos pasar este show que no tiene precio ni exigencia alguna. Esta disponible a pesar de nuestra resistencia.
Este cronista no ha querido dejar pasar este comentario, porque es una invitación a bajarnos de la moto por un momento, gozar hoy por este tipo de realidades, para después encarar otras zonas grises de nuestra existencia. Dejemos el apuro y la comunicación electrónica para después…

ajgpaloma@gmail.com

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