Para muestra basta un botón (y los botones ya son muchos)

Escribe el Dr. Juan Manuel Casella.

En una nota anterior, dijimos que la Presidenta suele usar las palabras como cortina para ocultar sus intenciones. También dijimos que nunca hay que creer en su palabra, sino analizar e interpretar sus hechos concretos, que son los que revelan sus verdaderas intenciones.

El «caso Bergoglio» acredita que esas afirmaciones no están equivocadas: la Presidenta se cansó de ignorarlo cuando era arzobispo, no sólo en los actos oficiales sino en los pedidos de audiencia y su primera reacción frente a la elección como Papa –seguida puntualmente por sus subordinados- fue de disgusto y rechazo.

Pero cuando los encuestólogos oficiales advirtieron la masiva aceptación popular, el cambio fue abrupto e indecoroso: el viaje a Roma y el cambio de discurso por todo el aparato de difusión kirchnerista, pusieron en evidencia la hipocresía de la especulación. Feinmann lo dijo con mucha claridad: el propósito es apoderarse de Francisco.

Por eso, otro botón de muestra: nunca hay que creer el discurso de la Presidenta: frente a Bergoglio, sus actitudes demuestran que jamás lo quiso. Su discurso encubre la intención de usarlo.

Dr. Juan Manuel Casella
estudiocasella@cpacf.org.ar

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