Omar Néstor De Nápoli: Un narrador con pasión e historia

Escribe: Antonio J. González.

Era un apasionado narrador de vidas y acontecimientos humanos. Ansioso por contar las historias que lo acosaban a cada hora y luego reunirlas en libros que poblaron bibliotecas y salas de lecturas de muchas generaciones. Nos conocimos en las décadas cercanas a los ’60, cuando comenzábamos a armar la reaparición de la revista Vuelo en la Asociación Gente de Arte en la que Omar Néstor De Nápoli se refugiaba para compartir sus textos que, en muchas oportunidades, se incluyeron en esa publicación.

SADE Sur Bonaerense, ante la noticia de su fallecimiento lejos de su ciudad, dijo de él: “El antiguo escriba, como solía describirse, nos ha dejado, pero volveremos a encontrarlo en el recuerdo de su bonhomía y en las páginas de los libros que reúnen gran parte de su obra”. Estuvimos juntos en el nacimiento de la seccional y luego de la delegación en Avellaneda. Era fiel a un compromiso de amistad pero también de construcción social y cultural.

Fue coordinador de talleres literarios y jurado en diversos certámenes. Sus notas fueron publicadas en revistas y diarios del país y el exterior. Por su trayectoria y su trabajo la Municipalidad le otorgó la distinción por  su contribución al desarrollo cultural, dentro del ámbito de las Letras y otras distinciones similares.

Era un constante trabajador de la historia y sus libros se amasaban y editaban como pan caliente todos los años. Cuentos, novelas, teatro y ensayos se acumulaban en las bibliotecas: Catorce Expresiones, Números, Cuentos de Varios Mundos, Sonrisa de Plata, Trinidad, Cuentos de la Brevedad, Tres Tramos Trémulos, Personajes, el misterio y Las Consignas de Dayán, Danzas entre el Bosque y la Playa, Gregorio, Sombras en la Arena, El Tubo de Ensayos e Investigaciones, Andanzas, Las Voces de la Marea, fueron algunos de ellos.

Seguramente permanecen inéditos muchos de sus textos, arrinconados en algún escritorio, pendientes de la última corrección sobre el archivo digital o flotando en el aire de su lugar de trabajo.

Es parte de la ley vital, pero uno no se acostumbra a las despedidas porque sabe que nadie como él abandona el barco definitivamente. Navega, sacude e ilumina como un navegante que no sabe mucho de la tierra firme.

 

Antonio J. González

ajgpaloma@gmail.com

 

noticias relacionadas