Ocho maestras históricas

Escribe Antonio J. González.

En el desarrollo de la educación argentina nuestro territorio muestra un protagonismo importante a partir de Sarmiento. En ese plano se ubican muchas maestras que en diferentes épocas fueron notables educadoras y ejemplares ciudadanas en Avellaneda. Desde las pioneras que poblaron las primeras escuelas, como Clementina Rendón que en 1891 asume la dirección de la escuela Nº 13 Infantil de Barracas al Sud. Junto a ella se fueron sumando otras mujeres pioneras en la tarea educativa básica, hasta que en los primeros años del siglo veinte la joven Julia Caballero Ortega, de origen español, fue la primera docente en señalar el uso del guardapolvo blanco en las escuelas, tal como lo reconocen ilustres historiadores del proceso educativo en el país como Adriana Puiggrós.

Más adelante se destaca la labor ejemplar de la docente, escritora y pensadora Herminia Brumana que, en las primeras décadas de ese siglo, ejerce la docencia y luego la vicedirección de una escuela en Wilde. Brumana ya era conocida desde 1918 en el país por sus libros de relatos, reflexiones y notas periodísticas y su militancia social desde el anarquismo. Más adelante, en los años ’30, Raquel Español actuaba como docente en escuelas del mismo barrio, al mismo tiempo que continuaba con su actividad literaria. Por esa época, las hermanas Bouchaton iniciaron el primer taller de enseñanza artística en la ciudad.

En la década del ’40 se inaugura en el Cementerio de Avellaneda una escultura de Antonio Sassone en recuerdo de Juana Fernández de Requena, la “madre educadora”, que simboliza el reconociendo a las mujeres en la instrucción popular. En las décadas siguientes una docente y pedagoga, Otilia Delledonne de Traverso, ocupó funciones educativas y la dirección escolar en el distrito. Era artista plástico, escritora y periodista con una activa militancia a favor de la paz y la confraternización entre los pueblos. Su labor mereció el nombramiento como Ciudadana Ilustre de Avellaneda. En esa época también señalamos la actuación de la pedagoga e investigadora Andrea F. Emanuele de Prieto en establecimientos locales.

Por último, mencionamos a la docente Yorga Salomón, con valiosa actuación en escuelas de Domínico y su positiva contribución a la vida institucional de esa zona. Todavía hoy es recordada por su espíritu solidario y la enseñanza ética a los niños y jóvenes de entonces. Éstas fueron sólo ocho menciones de maestras notables, pero no fueron las únicas porque la historia educacional de nuestra ciudad está cubierta de ejemplo similares, acciones solidarias y posiciones sociales comprometidas con la realidad de su época. Todas, seguramente, dejaron marcas indelebles en corazones y mentes, y por ello valen estas palabras de reconocimiento.

ajgpaloma@gmail.com

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