Nuestra raigambre gaucha

Escribe Antonio J. González

No caben dudas que durante un gran periodo, antes y después de la creación del actual partido, Avellaneda era un territorio donde los grandes terrenos o pampa desnuda y virgen, se convertían en asiento de ranchos, viviendas precarias con la cultura y modo de vida del tradicional “gaucho” argentino. Las referencias históricas así lo afirman y además el testimonio de los personajes que pudieron ver su transformación posterior en ciudad suburbana con el asiento de corrientes de inmigrantes y otras poblaciones naturales, de acuerdo a la evolución de nuestra vecina Capital.

 

Amaro Giura ha sido protagonista y relator de ese proceso, con su reconocida cultura gauchesca que lo hacía un testigo de primera para trasmitir su visión de esos años y aquella realidad. Esas señales las reunió, en parte, en su libro “Mi charla de fogón” editado por la Subsecretaria de Cultura municipal en 1959. Menciona datos de interés sobre el tema: “He de ocuparme de las (familias) más gauchas, las más conocidas y las más numerosas; compradores de haciendas, terratenientes, reseros, trabajadores de cuchillo, autoridades.” Y enumera: “Los Montes de Oca, descendientes de Don Cirilo, los Her¬nández, Robustiano y Secundino; los Rojas, de José María Rojas, soldado de la Independencia, que pasó sus últimos años con sus parientes, los Bagú, en su vieja casona de Mitre; los Cabo, de Don Antonio Cabo, casado con Juana San Martín, descendiente directa del General José de San Martín y Adolfo, que fuera Comandante del Batallón de Guardias Nacionales que se uniformaba con bombacha, polainas blancas, quepis, mochila de cuero y cargaban remington; fué el batallón más antiguo y más gaucho de la República, con una brillante oficialidad: el Doctor Ramón Mignaburu, Domingo Barceló, Genaro Fernández, Alejandro Garaicochea, Alberto Barceló, Teodoro Rodríguez y otros más que mi mente no recuerda. Los Mercado, en cuyo campo, junto con su amigo íntimo Pirulo, sabía pasar las temporadas de invierno Agustín Castelli, haciendo vida de campo, jineteando, enlazando y arreando tropas. Sabido es que las barracas, donde Castelli trabajaba desde su niñez, daban vacaciones durante los meses de invierno, que era cuando Agustín hacía vida de gaucho, trabajando de resero en largos viajes con Vicente Tirado, los hermanos Godoy”.

 

 

Familia gaucha fueron –según dice Giura- los Barceló, los Corradi, los Martínez, los Nuñez… entre otras. . “Recuerdo a los Núñez –dice- de Juan Martín, padrino de óleos de Hipólito Yrigoyen. Esta familia de gauchos terratenientes eran propietarios de muchos campos, y entre ellos poseían los que lindaban con la costa del Río de la Plata…”. Estampas coloridas y documentadas, relatadas con el tono “pampero” de las entidades tradicionales como “Leales y Pampeanos” y “Martín Fierro” que aún permanecen como testimonios de una historia nuestra. Vale la pena que los lectores interesados en estos temas relean las páginas de Giura, en cualquier biblioteca de la ciudad.

 

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