«Nego» Orellano habla sobre el padre Carlos Mujica

El 11 de Mayo de 1974 asesinaban al cura. Escribe: Enrique Arrosagaray.

Hace unas pocas semanas varios medios recordaron al cura Carlos Mujica ya que se cumplió un nuevo aniversario de su asesinato. Aquí, un vecino de Avellaneda lo recuerda.

«Conocí al cura Mujica en 1973, días después de la caida del paredón en nuestra villa, que mató tanta gente; salíamos de un canal de televisión, creo que de Canal 13. Salimos y había gente del barrio esperándonos y entre medio, el cura, solidarizándose».

El 31 de enero de 1973 se derrumbó un enorme paredón de una industria de Sarandí. Al costado de ese paredón existía desde hacía mucho, Villa Argentina, un barrio muy precario de unas trescientas familias. Inmediaciones de Agüero y Sarmiento. Decenas de muertos, cientos de heridos y una angustia indescriptble. Faltaban sólo cuarenta y dos días para las elecciones nacionales que pondrían fin a la dictadura de la «Revolución Argentina», aún gobernaba el general Lanusse.
El relato precedente es de Ruben «Nego» Orellano, habitante de aquella villa miseria e integrante, desde esos meses, de «la famosa JP».

«En el Canal nos entrevistó una mina… se llamaba Laly Cobas, una rubia que llamaba la atención. Fui con Claudio Turdera, un muchacho de Palermo que después fue desaparecido; fui también con Mario Ramón «Curuzú» Britez y Miguel Medina, los dos de la villa y con el Vasco Mórtola. Salimos y nos encontramos con vecinos que habian quedado afuera, estaban charlando con un cura, Carlos Mujica».

Orellano se emociona recordando al cura asesinado pocos meses después. Sabe que lo vio poco y que lo conoció tanto.

«Es que eran tiempos espesos. La Orga nos hizo empezar a reunir por barrios, por villas y se formó así el Movimiento Villero Peronista. Y las caras más conocidas, los que aglutinaban eran los curitas: Pepe Tedeschi, Mujica…, andaba Novak, también. Eliseo. Un cura muy jovencito que se llamaba Ruben y era de Lomas de Zamora cuando el intendente de allí era Pablito Turnel; y acá en Avellaneda estaba también el padre Joaquín Carregal, ahí en la capillita de … creo que es Monseñor de Andrea casi Pavón. Ahí conocí a la Gaby Arrostito».

El Movimiento Villero Peronista se lanza nacionalmente en una reunión en la ciudad de Santa Fe. «Yo viajo con varios de mi villa; de Villa Luján vienen Ramoncito, Pichi, José, El Grego; de Villa El Porvenir viene la querida Leonarda y Rulo. Viene gente de Corina también. Por esto y porque en ese tiempo nos incendiaron varias villas, es que con los curas vamos haciendo una relación más frecuente. Y yo con Mujica nos empezamos a ver más, por razones de seguridad. Además, también era hincha de Racing».

En Orellano, primero aparecen los gestos y después las palabras, pocas. Por ello, pretendiendo hacer una definición de Mujica, le sale demasiado breve; «Mujica, con su humildad, siempre quiso ser una parte, cuando realmente era mucho más que una parte».

De sus encuentros a solas con Mujica recuerda poco y cuenta menos: «Charlé con el curita buscando formas mas rápidas para el creciemiento del MVP; y para el cambio las estructuras de las villas, que eran de cartón, de chapa… Y hablábamos de política. Hay algo que no le perdonaron nunca: su familia pertenecía a la oligarquia y a él lo veian como el futuro obispo de Buenos Aires o algo así. Y él tenía un recuerdo que le pesaba mucho: haber festejado el golpe del 55. Le pesaba».

Orellano iba a verlo siempre a la Villa 31, en Retiro. Mujica tenía ahí «sus oficinas». Recuerda que siempre «estaba la pava caliente y había alguna tortilla o algún pan haciéndose al horno. Iba gente a comer, laburantes del Puerto se iban a conseguir algún bocado y volvían al Puerto a ver si tenían algún pique».

«Una vez –sigue Orellano- nos convoca un domingo. Fui. Los ánimos estaban caldeados, teníamos que ir en apoyo de la 31. Y Carlos era tozudo, se le ponía algo en la cabeza y lo hacía. Era para informarnos cómo venía la situación; ya estábamos en 1974. Él pensaba que se venia algo muy pesado con los milicos y que teníamos que tener más cuidado. Ahora, con el tiempo, puedo decir que alguna vez le hice de culata».

Y a pesar de la tensión de la época, siempre había espacio para las chicanas, como las llama Nego Orellano «Padre ¿qué le parece si vamos para Isla Maciel?, le decía para jorobarlo. O ¿vamos a poner caño? Y él me decía que había que darse tiempo, que era mas importante expropiar para todos y no robar para uno. Yo apenas lo empezaba a entender».

En un hecho aún oscuro, al cura Carlos Mujica lo asesinan ese 11 de Mayo. «Yo estaba en una reunión y me entero. Te imaginás lo que pensamos, que había que salir a …. Pero él decía que sobre caliente no se hace nada. Por calentura, no sirve. Uno se expone más a perder que a ganar».

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