Natacha Mell, el cine y la sociedad desde Avellaneda

 

Natacha-Mell

“Desde que se inventó el cine, Avellaneda fue plasmada en él. Los primeros films de la época muda la mostraban como pujante ciudad industrial, modelo para los gobernantes de la generación del ’80 que buscaban construir una imagen de país progresista. Así, los noticiosos o actualidades del momento registraban los frigoríficos, las barracas, e industrias como la de la fabricación del vidrio” dice Natacha Mell en su análisis del arte audiovisual en nuestra ciudad. Mell es antropóloga, escritora, investigadora, documentalista y  docente del Instituto Municipal de Cine y una de las principales referencias de este arte en la región. No hace mucho fue distinguida con el Diploma al Mérito Académico por la Universidad Nacional de San Martín por ser el mejor promedio de todas las promociones de los diez años de la carrera de Licenciatura en Enseñanza de la Artes Audiovisuales.

 

 

“…Poco hay sobre la vida cotidiana, mucho sobre industrias – continúa Mell-. La vida de obreros y vecinos de los barrios, en cambio, estuvo expuesta en los films de ficción de la época, que mostraban el lado más oscuro de la explotación industrial y la miseria, la inmigración y la vida suburbana. Citaremos como ejemplo “El lobo de la ribera”, dirigida por Nelo Cosimi en 1926, que fue filmada en escenarios naturales de los frigoríficos y el Riachuelo y narra las penurias de los obreros”.

 

 

Su relato es un documento válido para reconocer la visión que tuvo nuestra ciudad en ese arte-industria. “Con la irrupción del sonido en los primeros años de la década del ’30 –dice- aparecieron otras empresas que produjeron actualidades noticiosas como, por ejemplo, Sucesos Argentinos, Noticiero Panamericano y Emelco (que luego cambió su nombre por Lowe). Las temáticas eran variadas, pero seguían en la línea de retratar personajes, las acciones del poder político, exhibían los progresos industriales, las glorias del deporte o las instituciones barriales. Las luchas obreras o las protestas no tenían lugar en este 76”. “Era un cine optimista –señala Mell- donde no tenía cabida la crítica social. Avellaneda se mostraba con sus paisajes, sus calles, sus edificios, sus plazas, la construcción del viaducto y otras obras públicas, inauguraciones, como la del cine San Martín y hasta sus inundaciones, como nota de color”.

 

 

Es su relato histórico un documento único sobre este arte en nuestra ciudad que ostenta el mérito de tener una larga historia en la capacitación sobre técnica y elaboración artística del cine en la ciudad. Y Natacha –que transita sus talleres- mucho ha aportado al conocimiento social y cultural de ese arte.

 

 

“La Avellaneda pujante, símbolo del progreso-señala- se había convertido desde el film documental en zona de riesgo, violencia y pobreza. Los films de ficción mantuvieron la dualidad en sus narraciones, entre los que nos contaban sobre la precariedad y la pobreza, con su consecuente caída en la violencia, como, por ejemplo, “Perros de la noche” de Teo Kofman de 1986, y otros donde Avellaneda aparece como símbolo del barrio, de la vida familiar, del trabajo, y a su vez nos introducen en la nostalgia de tiempos mejores, como “Luna de Avellaneda” de Juan José Campanella, en 2004”.

 

 

Es este un trabajo consciente y medular que pone a Natacha Mell en la necesaria referencia histórica para cualquier analista de nuestra realidad ciudadana.

 

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