Lo conocimos a finales de la década del ’50, época en que Antonio Simöes Junior frecuentaba, junto a José F. Gulías, la Biblioteca Popular Veladas de Estudio en Piñeyro. Ambos habían encarado la publicación de una revista de esa entidad, «Veladas», y este cronista buscaba su destino en la Asociación Gente de Arte, primero, y luego también en la revista «Suburbio». Nuestros caminos de cruzaron y, como era lógico, Gulías y Simöes encontraron afinidades con nuestro grupo.
Antonio era un portugués rígido, de pocas palabras, con la mirada clavada en Portugal y su cuestión social. Pero era poseedor de una carnadura solidaria y limpia, cuyos perfiles endurecidos solían sucumbir en nuestras actividades y proyectos. Se trataba de un sólido narrador, autor de historias que había publicado en su libro editado en Montevideo, en 1956: «Vieja crónica de Olhâo»
En 1965, en las ediciones de «Nuestro Testimonio», publicamos su farsa dramática «Plaza de la angustia», y luego en la Editorial Suburbio: «La máquina de los sueños» (1982), «La novela imposible» (1986) y «Discurso sobre Velázquez» (1987). En uno de ellos, Gulías escribe la nota de contratapa y expresa: «»Desde el realismo social, rodeado de un cierto halo poético de «Vieja crónica de Olhao» y «Pequeños burgueses» a esta compleja y misteriosa novela («La novela imposible») impregnada de algunos toques de realismo mágico, en Simöes Jr. se han operado cambios. Se ha acentuado en él una intensa pasión por la indagación sicológica y una dramática búsqueda en la clarificación del eterno problema ontológico. Además el trasfondo, el paisaje, se amplía. Y abarca ahora, además del viejo pueblo portugués y la pintoresca ciudad marroquí, a la metrópolis americana donde recala finalmente…». Ya había publicado en Ediciones Crisol, «Judas y Mino», en 1977.
La última novela que conocimos fue en 1992, «La aventura de Casablanca», publicado por la editorial Argenta Sarlep, en cuya presentación se afirma: «…Antonio Simöes Junior es un escritor extraordinario. Tal vez, como aquellos navegantes conquistadores que recorrían los mares en todas direcciones plasmando en sus obras la poesía de un lenguaje impecable y rico, la pasión por la búsqueda y la investigación, un estilo depurado, sencillo y profundo a la vez, como las olas de un océano que este escritor portugués surca con tanta maestría».
Después, ese oleaje nos separa, aísla, y nada supimos de sus historias, sus poesías y sus nostalgias.
Pero como la buena literatura no se apaga en el tiempo, hoy pensamos re-presentarla como parte de nuestra propia historia e identidad, y esta página intenta cumplir con esa finalidad.

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