Mujeres golpeadas y hombres golpeadroes, un hecho social

Escribe la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.

En las investigaciones sobre las manifestaciones de la violencia se han realizado infinidad de estudios, y se llegó a la conclusión que hay un ciclo de la violencia, dentro del cual existen tres fases bien diferenciadas. La primer fase, es la fase de acumulación de tensión, aquí la conducta se manifiesta a través de golpes menores, hostilidad y tensión en aumento, control excesivo, etc.

El que ejerce la violencia cree tener derecho a tal manifestación. Esta conducta se manifiesta en la intimidad del hogar, ya que generalmente en el exterior se comporta como una persona pasiva. En este momento, a veces, la víctima puede solicitar ayuda externa como manera de prevenir que su problema se vuelva cada vez más agudo, cosa que en general no sucede. Luego está la fase del golpe, En esta fase, la violencia se manifiesta a través de golpes graves, abortos, incluso la muerte de la víctima.

En esta fase el victimario, cree que solo golpea como disciplina, pero pierde el control y no sabe como terminará. La víctima suele ser auxiliada a nivel médico, psicológico y legal, en los casos en que la víctima se decide a pedir ayuda externa, o cuando los golpes provocan lesiones que necesitan de hospitalización. La última fase, se denomina, fase de arrepentimiento o luna de miel. En esta fase, aparecen las disculpas, se promete que la situación no se volverá a repetir, y aparece la ambivalencia frente a la situación que se vive. En esta fase, siempre, la víctima necesita creer que su pareja ha reflexionado, y que cambiará, y en consecuencia, rara vez, solicita ayuda externa.

Las estadísticas, muestran que hay más mujeres golpeadas y hombres golpeadores, aunque también son muy comunes los casos de los hombres golpeados y las mujeres golpeadoras. Tanto las mujeres golpeadas, como los hombres golpeadores, tienen características específicas en su personalidad. Las mujeres que se hallan aferradas a una relación de violencia, la mantienen muchas veces por la intensidad de sus sentimientos, y viven una relación amorosa, llamada adictiva.

Creen que sus maridos van a cambiar mágicamente, y además sienten que sin ellos no van a poder sobrevivir emocionalmente. Necesitan al hombre de manera compulsiva, y el amor actúa como cualquier otro elemento generador de dependencia, por ejemplo, como el alcohol, como las drogas, como el juego, etc.

Es por esto, que el efecto droga placer, se traduce en lo que la pareja espera que ocurra, poniendo en juego una y otra vez, el ciclo de la violencia. También existen otras razones para no disolver este vínculo patológico, por ejemplo, que las mujeres tienen una situación económica totalmente dependiente del marido y en consecuencia consideran que solas no van a poder salir adelante, por ejemplo, tienen miedo de que el marido lastime a sus hijos o de que incluso, la mate a ella, o por ejemplo, tienen gran cantidad d e hijos, y éstos tienen edades tempranas, por lo que piensan que necesitan de ese padre para crecer.

El hombre golpeador, también tiene sus características propias, es inseguro de sí mismo, y este rasgo lo disfraza con actitudes hacia los demás autoritarias, en especial con su mujer. Se aferra a los valores culturales asociados con la masculinidad, como ser la agresividad y la superioridad con respecto a la mujer. La familia está organizada en jerarquías de poder desiguales entre hombres y mujeres.

Se comunica con dificultad, especialmente respecto a los vínculos o sentimientos y cree que mostrándose sensible, expresa debilidad. Recurre a la violencia, precisamente por carecer internamente de otros instrumentos que le permitan resolver de otra forma las situaciones de conflicto. Justifica su comportamiento, colocando la responsabilidad de sus actos violentos fuera de sí mismo, y depositándolos en otros, generalmente, en la esposa, en los hijos o en el trabajo. Afectivamente, suele presentar serias dificultades para relacionarse con los demás con intimidad o privacidad.

Si bien estas características, tanto de mujeres golpeadas como de hombres golpeadores, no responden necesariamente a personalidades patológicas, es muy probable que puedan devenir patológicas, como consecuencia de la convivencia violenta. Esta problemática de mujer golpeada y hombre golpeador, no es un hecho de características individuales, sino que es una problemática social, y desde este plano es que tenemos que comprenderlo y tratar de resolverlo.

Andrea Fabiana Varela Seivane
Licenciada en Psicología
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241

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