Los diputados y senadores que aprueban las leyes penales que nombran a los jueces y pueden castigarlos mediante el juicio político por incumplimiento de sus deberes andan muy lentos para poner un freno al mal trato que sufren las mujeres.

Golpeadas, lastimadas, apuñaladas, quemadas, o arrojadas al vacío por sus maridos, novios o parejas.

Es increíble la impunidad de que gozan los asesinos, con fallos benevolentes.

Parece que en la Argentina, matar a una mujer es lo mismo que matar a un perro. 200 han fallecido por esta ola de crueldad inhumana.

La degradación de generaciones enteras y sus descendientes por las drogas, el alcoholismo y la corrupción en todas sus formas, se manifiesta en el crimen creciente contra el sector más débil de la sociedad.

Enrique Inda
Diputado (m.c.)