Marta Paredes: «Solo soy la cara visible de un gran grupo humano»

Presidenta y fundadora de -ALCAA- Asociación de Lucha Contra el Cáncer Avellaneda.

En el edificio de la calle Colón 980 funciona la Asociación de Lucha contra el Cáncer de Avellaneda (ALCAA), una entidad civil sin fines de lucro que el mes pasado cumplió 55 años de vida y que desde entonces viene desarrollando una labor inestimable en materia de prevención y tratamiento de la enfermedad.

En sus instalaciones, La Ciudad dialogó con su Presidenta, la Sra. Marta Paredes, una de las fundadoras de esta tradicional institución y principal promotora de su crecimiento a lo largo de los años.

A poco de cumplir 80 años, la Sra. Paredes sigue trabajando activamente en la entidad a la que ha dedicado buena parte de su vida. «La gente debe pensar ¿Por qué tantos años de presidenta? Pero es que no hay quien quiera tomar las riendas de esto. Porque aquí hay que estar todos los días, como si fuera un trabajo rentado. Es decir, aquí tendría que haber un gerente. Pero los números no dan, entonces yo hago «las veces de». Y hago los mandados, voy a los bancos, etc. Un trabajito de tiempo completo, que es la única forma que funcione. Porque esto no es cualquier institución. No es una institución social o recreativa. Acá se trabaja con la salud y en muchos casos con pacientes terminales», afirmó Marta, con el compromiso de siempre.

«Ocuparé este lugar hasta cuando Dios quiera. Siempre les digo a mis compañeros que cuando me vean hacer la primer pavada, me avisen, para que me vaya», agregó, con un toque de humor.

Marta contó que comenzó a trabajar como voluntaria en ALCAA siendo muy joven (tenía 25 años) y realizó allí todo tipo de tareas. Cuando la sede estaba en la calle Ameghino, entraba un rato antes y pasaba el plumero, limpiaba un poco y después recién abría las puertas al público.

«Cuando me jubilé de maestra, -a los 45, con la ley de la provincia de Buenos Aires-, una vez me mandaron a hacer café en medio de una reunión en ALCAA y cuando volví, ya era la presidenta», recordó Paredes, que fue docente de primaria y secundaria durante 28 años en la escuela Nro. 13 (25 de Mayo y Estanislao Zeballos).

De aquella época, rememoró: «Me divertía mucho con los chicos. Me gustaba mucho la escuela, y me la tomé muy en serio. Asistían muchos chicos de la villa. ¡Y la comunidad apoyaba tantísimo! Me cansé de pelear por el comedor infantil. Fue duro, pero había que hacerlo».

Con el afán y la vocación de luchar por el bienestar de los demás, la Presidenta de ALCAA encontró en su labor jornadas de arduo trabajo, pero también la satisfacción y la tranquilidad del deber cumplido.

«Yo creo que no nos hemos equivocado. Porque esto ha crecido y funciona gracias al sacrificio de todo el equipo que tenemos. Esto es una gran familia, donde se considera a la gente que trabaja de la mejor manera posible», reconoció la directiva, que descansa tranquila en su capital humano.

Como cabeza de la institución, Marta predica con el ejemplo y espera de sus colaboradores el mismo rigor. «El que no está de acuerdo con mi filosofía y me quiere aquí sentada, tiene que elegir. O acepta las condiciones y todos nos manejamos de la misma manera, o al que no le gusta, se tiene que ir».

ALCAA cuenta con todo el instrumental necesario para la prevención y el tratamiento del cáncer y un grupo interdisciplinario de profesionales altamente capacitados, en distintas disciplinas como ginecología, dermatología, clínica médica, radioterapia y fisioterapia.

Una lucha continua
En sus inicios, las autoridades de ALCAA decidieron comprar instrumental importado para ampliar sus servicios, pero los aparatos quedaban varados en la aduana, porque la entidad ni siquiera tenía personería jurídica. Entonces, esta institución decidió asociarse a LALCEC (Liga Argentina de Lucha Contra el Cáncer) y en 1959, se convirtió en su primer filial que, aunque independiente, desarrollaba una labor en conjunto.

Pero años después, por diferencias con el organismo central (desde allí opinaban que ALCAA debía solo brindar servicios preventivos, pero no de tratamiento), se decidió su desafiliación, pera volver a ser lo que fue desde el principio.

Entre los logros de la entidad, Marta Paredes destacó:
«En 1984 la institución contaba con el primer ecógrafo de Avellaneda, y recibía pacientes del hospital Presidente Perón (por entonces Finochietto) y del Fiorito, para que se hicieran las ecografías. Peleamos mucho con el Dr. Gallo Morando, Secretario de Salud de la municipalidad en ese momento, haciendo una campaña que duró 6 años, cada año de marzo a noviembre. Íbamos todos los días a cada unidad sanitaria de la periferia, en su coche particular, llegando a chequear más de 10 mil mujeres».

«Fue algo muy importante», prosiguió Paredes. «Basta con pensar que después de veintitantos años de esa campaña, hoy vienen a atenderse aquí las hijas de las mujeres que atendimos en ese momento. Porque detectábamos un problema y derivábamos a las pacientes al Hospital Fiorito y si era necesario, el servicio de cirugía las operaba. Nuestra tarea era justamente de prevención», resaltó.

A la hora de definir su función, Paredes se sincera: «Soy de golpear puertas, de ir a pedir, gestionar cosas. Creo que muchas de las cosas que consigo son porque fastidio demasiado a la gente. Pero desde ya que en todo esto siempre está el apoyo de la comunidad».

Marta reconoció ser una «agradecida» de toda la colaboración que recibió ALCAA en todos estos años. «No me olvido de la gente que nos ha dado una mano. La bomba de cobalto no estaría donde está si el gerente del Banco Avellaneda, Enrique Tadeo (ex presidente de Racing Club) no hubiera aceptado un cheque sin fondos por U$S 300 mil y Julio Grondona no hubiera firmado la garantía, con su empresa. Gracias a él, se ha salvado tanta gente. Que cayó a nuestras manos y que la hemos curado. Y que siguen sanos, después de muchos años», enfatizó.

La Presidenta mencionó que «la medicina avanza a pasos agigantados. Los aparatos envejecen con una velocidad asombrosa y hay que estar renovándolos constantemente, pero no es fácil. Las máquinas no paran y como cualquier cosa, con el uso y el paso del tiempo, se desgastan».

Casualmente, en octubre del año pasado se quemó el tubo del mamógrafo y rápidamente Marta se puso en movimiento para solucionarlo. «Llamé y pedí que lo arreglen de inmediato -aclarando que no teníamos un peso- porque así no podía trabajar. Y si no puedo trabajar, no ingresa dinero y si no ingresa dinero, se me cae la institución».

«Así que le mandé una nota a nuestro Ministro de Desarrollo Social, [Baldomero] «Cacho» Álvarez de Olivera, explicándole la situación. (Yo no molesto para cosas pequeñas, molesto para cosas importantes). Necesito $ 32 mil para reemplazar el tubo del mamógrafo, le dije».

«A los pocos días, me llamó la directora de la rama de subsidios y me solicitó la documentación y hoy puedo decir que el subsidio está a punto de liquidarse. Mientras tanto, salí a pedir una mano amiga y siempre hay un voluntario que nos saca del paso», señaló sonriente.

Aunque admitió haber sufrido muchas angustias durante su gestión, Marta sostuvo que «siempre llega un buen día en el que el Señor Dios nos pone la mano en el hombro y todo se arregla». Reiterando la importancia de la medicina preventiva, Paredes resaltó que «hay que chequearse sano, para mantenerse sano».

«A los voluntarios no hay que felicitarlos. Cada uno nace en la vida para hacer algo. Todos venimos a concretar una misión. Y hay que tener cuidado (advierte): Nadie hace nada solo. Porque cuando yo voy a molestar a un funcionario o a un empresario, aquí queda gente trabajando. Yo soy solo la cara visible de un gran grupo humano», concluyó.

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