«María, ayúdanos a vivir la fe para ser testigos de la verdad»

Presbitero Gustavo Ercolino, Párroco de la Catedral Avellaneda – Lanús.

El miércoles 15 de agosto, Avellaneda se vestirá de fiesta para homenajear, una vez más, a su Santa Patrona, la Virgen de la Asunción, con su inigualable ceremonia, que se ha convertido en la celebración más popular de nuestra ciudad.

Las Fiestas Patronales tendrán su epicentro en la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción, Catedral de Avellaneda – Lanús y en la Plaza Alsina, donde los vecinos de la Diócesis de ambos partidos disfrutarán a pleno de una de las jornadas más tradicionales de su historia.

Como consigna impostergable de todos los años, La Ciudad dialogó con el párroco de nuestra Catedral, Presbítero Gustavo Ercolino, quien ofreció unas cálidas palabras para toda la comunidad diocesana.

En el marco de estos festejos, el Sacerdote de la Parroquia nuestra Señora de la Asunción hizo hincapié en la importancia de poner atención en tres acontecimientos que la Iglesia Católica celebra durante este año, de una manera muy especial.

«Primero, este año se cumplen 50 años del inicio del Concilio Vaticano II, aquel que convocó el Beato Juan XXIII, con el fin de que toda la Iglesia se renovara. Las sesiones de ese Concilio dejaron como resultado una serie de documentos escritos que le hacen bien a la institución, porque la van orientando y la van animando.

Cuando hablamos de Iglesia nos referimos a cada uno de nosotros, de cada bautizado. Entonces nos van animando en nuestro devenir cotidiano», destacó Ercolino.

«Por otro lado, -continuó relatando el sacerdote- hace 20 años que el Papa Juan Pablo II promulgó el Catecismo de la Iglesia Católica. El Catecismo es un resumen, un compendio de toda la doctrina católica: En qué creemos, cómo creemos y para qué creemos».

El Padre Gustavo explicó que «la doctrina de la Iglesia se basa en sus dos tradiciones: la escrita, con la biblia; y la oral, que a lo largo de las generaciones, por inspiración del espíritu, la iglesia también fue viviendo durante más de 2000 años de historia. Eso es el Catecismo, un verdadero regalo que ha ido fortaleciendo nuestra fe».

«Lo último, sería lo que este año convocó el Papa Benedicto XVI y que es el año de la fe. Desde octubre hasta fines de 2013, el Santo Padre nos invita a replantearnos la fe. ¿Qué es la fe? ¿Cómo la vivimos?», agregó, reflexivo.

Para el Presbítero, esos acontecimientos que se van dando cita en la vida de la Iglesia son como «inyecciones de fe para la gente». Y promueven en los fieles «una renovación de fe, de esperanza y de compromiso en estos momentos tan difíciles».

La elección del lema que condecora estas Fiestas Patronales no es casual, porque nos insta a reflexionar sobre nuestra vida cristiana y a renovar nuestra fe: «María ayúdanos a vivir la fe para ser testigos de la verdad».

En tal sentido, Ercolino ofreció sus conceptos claros y enérgicos, para revalorizar la fe y acercarnos a Dios.

«Principalmente, la fe es un don de Dios. Una virtud teologal que viene desde el cielo, que ha sido infundida en el corazón del hombre. Pero como todo regalo que Dios nos da, exige de nosotros, como personas libres y responsables, una respuesta».

«Si creo en un Dios que me ama, que envió a su hijo para que diera la vida por mí, para que yo tuviera vida eterna, y que abrió para mi corazón las puertas de la esperanza, de manera de saber la muerte ya no tiene en mi vida la última palabra sino que estamos de paso hacia una vida nueva…

Entonces creo en un Dios cercano; afectuoso; padre, que nos hace familia y que nos hace hermanos. Refrescar todo eso nos hace bien, en una sociedad en la que estamos viviendo», añadió, contundente.

El párroco enfatizó que desde la vida parroquial se busca, cada día más, «fortalecer los vínculos de la comunidad y que las instituciones se mantengan vigentes». Y al mismo tiempo, nos aconsejó que tengamos en cuenta que «Dios nunca nos abandona. Y en los momentos de mayores crisis, pruebas o desafíos, es cuando más se fortalece la fe. La crisis es una oportunidad, no una desgracia».

Tiempo de resignación
El Padre Gustavo, por último, dio un emotivo mensaje para la comunidad.
«Estamos en un momento de resignación. Esta palabra goza de mala prensa, porque a veces se la interpreta negativamente. Como si tuviéramos que bajar los brazos, porque no nos queda otra. Pero, sin embargo, es una palabra compuesta, que tiene un significado mucho más profundo y trascendente. Es re-signar. Volver a acentuar, a subrayar el signo. Por consiguiente, a aquello que le da sentido a mi vida: lo profundo, lo legítimo, lo verdadero. Lo que nos da identidad. Entonces yo creo que es un tiempo de resignación. De preguntarnos, ante la situación en la que estamos viviendo, frente a nosotros mismos, de cara a Dios, con mucha sinceridad y con mucha humildad, quiénes somos y para qué estamos. De dónde venimos y a dónde vamos.

Entonces se trata de volver a signar nuestra identidad como hombres, como personas humanas y, para los creyentes, como hombres y mujeres de fe, para darle sentido a nuestras vidas», concluyó.

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