Sería muy importante que los senadores, diputados nacionales y provinciales y los organismos oficiales contra las plagas y enfermedades endémicas, organizan una campaña nacional para combatir y erradicar el mal de Chagas – Maza con más de 3 millones de enfermos en todo el país, mal atendidos, que propagan el mal hasta en su propia descendencia.

La vinchuca como vector letal de la enfermedad, llegó a La Matanza y por ende al Gran Buenos Aires con numerosos casos y se extendió geográficamente hasta el oeste de La Pampa y norte de la Patagonia.

Cuando en décadas pasadas existía el servicio militar, el ejército realizaba puntuales y eficaces fumigaciones regionales en los rancheríos y viviendas precarias del Chaco, Salta, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. Abolida la conscripción ya no se fumigó más, salvo por los muy pocos habitantes que pueden comprar un aerosol o insecticida. El mal de chagas es el flagelo de los pobres abandonados a su suerte.

Por todo ello y por el desmantelamiento y falta de recursos de excelentes equipos sanitarios, hoy llegamos al Bicentenario con esta triste e inhumana realidad, consecuencia de la dejadez de los gobiernos.